Por el cambio climático el permafrost de la meseta del Tíbet se deshiela y esta región se tiñe de verde.
Un nuevo estudio publicado en PNAS, en el que han participado el CREAF y el CSIC, constata que el permafrost, que es el terreno congelado de la meseta tibetana se derrite a un ritmo acelerado en primavera y, como consecuencia, la región se reverdece.
Los resultados abarcan las últimas cuatro décadas e indican que el motor principal de este deshielo es la radiación solar, potenciada por el cambio climático. Los autores alertan que esto pone en riesgo la reserva de agua helada de todo el continente asiático y, en especial, la de la población tibetana. El reverdecimiento hace que la vegetación necesite mucha más agua y disminuya la disponibilidad.
Una investigación reciente publicada en PNAS, en la que han participado el CREAF y el CSIC, constata que el permafrost de la meseta tibetana, una de las reservas de hielo perenne más grandes del mundo, se derrite a un ritmo acelerado en primavera.
Según los resultados, la causa principal de este deshielo es la radiación solar, ya que la incidencia del sol penetra en el suelo y descongela la nieve. Esto a su vez humedece la tierra y el agua la absorben las raíces de las plantas, que crecen más y amplían su territorio.
El segundo motor del deshielo sería el incremento de temperatura provocado por el cambio climático.
“Es curioso porque la tendencia que hemos observado durante los últimos 40 años es que se ha ido reduciendo el efecto de la temperatura y, en cambio, la radiación solar ha ganado peso en el inicio del ciclo congelación-descongelación primaveral”, explica Josep Peñuelas, investigador del CSIC en el CREAF y uno de los co-autores.
Una de las causas por las que cada vez hay menos nieve, esto provoca que el albedo sea menor -es decir, disminuye la capacidad de la nieve para reflejar la radiación del sol-, el terreno absorbe más energía solar y el suelo se calienta más. “Aunque la radiación solar, junto con el albedo, tienen un papel clave para pasar de invierno a primavera, aquí vemos cómo el calor de los últimos años potencia su efecto”, aclara Peñuelas.
La meseta Tibetana tiene una de las reservas de hielo perenne más grandes del mundo
La meseta Tibetana, también conocida como ‘Tercer Polo’, tiene una de las reservas de hielo perenne más grandes del mundo. Este ‘almacén’ de agua helada alimenta a los ríos Ganges, el Indo, el Mekong, el Yangtze y el Amarillo y abastece a gran parte del continente asiático con recursos hídricos para el riego, el consumo y la energía.
Dada su importancia los autores explican que es esencial entender los mecanismos que mueven el deshielo, “y con este estudio avanzamos un paso más”.
Para obtener los resultados, el equipo ha hecho seguimiento de los factores que inician el ciclo congelación-descongelación en primavera con datos de las últimas cuatro décadas (1980-2018).En los análisis han incluído 64 regiones repartidas por toda la meseta tibetana donde se han recogido mediciones por satélite de parámetros como la temperatura, las precipitaciones, la profundidad de la nieve, la radiación solar y la superficie foliar, entre otros factores.
¿Es positivo un Tíbet más verde?
Respecto al reverdecimiento que reflejan los resultados, Peñuelas advierte que “una zona más verde no tiene por qué ser más favorable, aunque disminuya ligeramente la concentración de CO₂ de la atmósfera gracias a la fotosíntesis de las plantas”. El motivo es que esta nueva vegetación también absorbe mucha más agua y compite por los recursos.
Además, la falta de otros nutrientes del suelo, como el potasio y, sobre todo, el fósforo, acabarán limitando su crecimiento. Peñuelas recuerda además que se debe tener en cuenta que conforme aumenta la temperatura y el agua disponible, el carbono atmosférico permanece menos tiempo en las plantas y en el suelo, “ya que las plantas y los microorganismos respiran más”.
El artículo lo ha liderado la Universidad China de Nanjing ‘International Institute for Earth System Sciences’, también han participado la Academia de Ciencias de Beijing y la Universidad de Zhengzhou, junto con el CREAF y el CSIC. “Esta investigación nos ayuda a ampliar el conocimiento sobre las causas del deshielo, proyectar escenarios futuros y establecer una hoja de ruta para frenarlo”, concluye Peñuelas.