El agua cubre aproximadamente el 71% de la superficie de la Tierra. Sin embargo, la cantidad de agua dulce disponible para el consumo humano y ecosistémico es sorprendentemente limitada.
Se calcula que solo el 2.5% del agua en la Tierra es dulce. De esa cantidad, menos del 1% es accesible fácilmente a través de fuentes superficiales como ríos y lagos. La mayor parte del agua dulce del mundo se encuentra en glaciares, capas de hielo y acuíferos subterráneos, muchos de los cuales están siendo agotados a tasas insostenibles.
Por otro lado la distribución del agua es muy desigual y varía significativamente entre países. En algunos zonas, la gestión del agua y el acceso a servicios de saneamiento son altamente eficientes. En otras regiones del mundo, sufren desafíos considerables para proporcionar acceso universal al agua potable y al saneamiento. Se estima que más de 2.100 millones de personas en el mundo carecen de servicios de agua potable segura.
Agua dulce: un recurso indispensable para todos
La problemática actual entorno al acceso de agua dulce es diversa y compleja. La demanda de agua está aumentando debido a múltiples factores como el crecimiento poblacional, el desarrollo económico, los cambios en el clima y la sobreexplotación de los recursos hídricos. Además, la contaminación de las fuentes de agua dulce por actividades industriales, agrícolas y domésticas amenaza la salud de los ecosistemas acuáticos y reduce la cantidad de agua disponible.
Por eso numerosos expertos, instituciones e investigadores están ya trabajando para crear alternativas sostenibles y soluciones adaptadas a las necesidades de cada sector. Buscando ser más eficientes en el uso y consumo del agua dulce cuanto antes.
El uso del agua dulce en la agricultura
La agricultura es el sector que más agua consume a nivel mundial, representando aproximadamente el 70% del total del agua dulce utilizada. Por ello, este sector no solo es vital para la sostenibilidad de los recursos hídricos sino también para asegurar la seguridad alimentaria en el futuro.
Gracias al uso de sensores y algoritmos avanzados, actualmente ya es posible monitorizar en tiempo real las condiciones de humedad del suelo y del aire en los cultivos. Así se consigue calcular con precisión la cantidad de agua que necesitan y el momento óptimo para regar, llegando a reducir el consumo de agua en más de un 20%.
Por otro lado el riego con goteo se ha establecido como una de las mejores soluciones para el riego de cultivos, porque permite una distribución eficiente del agua directamente a las raíces de las plantas. Gracias a este método se minimiza la pérdida por evaporación y escorrentía, lo que permite aprovechar el agua de manera óptima.
Nuevas estrategias para ahorrar agua
Otra estrategia que se ha implementado con fuerza en los últimos años para abastecernos de agua dulce, es el empleo de agua regenerada en los cultivos. En España, este método ha experimentado un crecimiento notable en los últimos tiempos. Actualmente se estima que el 40% del agua que se usa en la agricultura proviene de aguas residuales. Además, existen varios programas que trabajan en la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías. El foco está puesto en aquellas que son más eficientes y económicas para ser aún más eficientes en el uso del agua.
El futuro del agua dulce
Adoptar prácticas responsables, como calcular la huella hídrica de los productos y servicios, comprometernos con objetivos de reducción del consumo del agua basados en el contexto local, e invertir en tecnologías que mejoren la gestión sostenible del agua a lo largo de la cadena de valor, son ejemplos claros de cómo la ciencia y la tecnología pueden contribuir a un uso más eficiente y responsable de nuestros recursos hídricos.
Por eso, reducir y aprovechar el agua es responsabilidad de todos. Cada gota cuenta y con conciencia y compromiso, podemos hacer frente a la escasez de agua, protegiendo la biodiversidad y asegurando un futuro sostenible para las próximas generaciones.
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