Según el biofísico Daniel Robert, en un artículo publicado en el Journal of Physics, las flores de las plantas pueden actuar como antenas para las señales eléctricas de las abejas y transmitir señales a través del suelo.
El descubrimiento ofrece una posible pista sobre cómo los vecinos florales comparten información sobre cuándo producir néctar, ahorrando energía para cuando la polinización parezca prometedora.
Víctor Ortega-Jiménez, investigador de biomecánica de la Universidad de Maine en Orono, dice que si el batir de las alas de una abeja provoca incluso una pequeña diferencia de voltaje en las plantas, podría ser una interesante demostración de comunicación.
La intuición de los investigadores sobre la comunicación eléctrica no es nueva. Pero sigue siendo un enigma cómo funciona la comunicación eléctrica de las plantas y cómo se conecta con las especies por encima y por debajo del suelo.
Según los científicos, los tallos de las petunias no sólo se cargan más cuando se acerca una abeja, sino que sus flores también aumentan la producción de olor, lo que sugiere que la planta puede detectar polinizadores basándose en una señal eléctrica sin contacto.
En el nuevo estudio, el ecologista Fraser Woodburn, que trabaja en el laboratorio de Robert, diseñó antenas para emitir señales que imitan las producidas por el aleteo de las alas de una abeja en un campo eléctrico.
Las antenas se colocaron sobre narcisos que el equipo cultivó en el laboratorio. También se colocaron piezas metálicas, o electrodos, en los tallos de las flores.
Al medir la variación de tensión en la superficie del tallo, los investigadores pudieron inferir si las plantas podían detectar la señal. Los resultados sugieren que los narcisos pueden recibir señales eléctricas de antenas sin entrar en contacto físico con ellas.
Comunicación de flores a través de electrodos
A continuación, los investigadores trasladaron su trabajo al exterior, a las plantas de los jardines dela Universidad de Bristol. El equipo volvió a imitar a las abejas enviando señales eléctricas sobre una hilera de flores provistas de electrodos.
Las flores vecinas en el mismo suelo también tenían electrodos, pero estas plantas estaban cubiertas con un escudo metálico para bloquear cualquier señal eléctrica o química en el aire.
Sorprendentemente, los electrodos de las plantas protegidas detectaron señales eléctricas, lo que sugiere que las plantas las transmitían bajo tierra. Estas señales mantuvieron su fuerza incluso en plantas más alejadas de la señal inicial similar a la de las abejas.
El biofísico y botánico Ingo Dreyer de la Universidad de Talca en Chile se muestra escéptico ante el resultado. Desde el punto de vista eléctrico, una abeja voladora “apenas intercambia cargas con su entorno”.
Además, la señal de entrada en los experimentos era de 10 voltios, mientras que la señal detectada era inferior a 20 milivoltios, cinco veces la fuerza de la original. Esto plantea dudas sobre la transmisión.
Según Robert, el intercambio podría, en última instancia, ayudar a las plantas a conservar energía, ya que producir néctar para atraer a los polinizadores es muy costoso.
Por lo tanto, encontrar una manera de programar la producción para cuando los polinizadores estén presentes puede resultar rentable.
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