Con el reciclaje de caucho, resurgió una actividad que salvó a la economía de Marajó, un pueblo amazónico de Brasil.
El reciente resurgir del oficio de “siringuero” en un empobrecido territorio del norte del país, activó una economía sostenible y devolvió el empleo a cientos de familias.
Las mismas que durante generaciones vivieron del apogeo del caucho de la Amazonía, hasta que la demanda se hundió a fines del siglo XX.
Ahora, una iniciativa de la empresa local Seringô posibilitó a más de 1500 siringueros retomar su labor para fabricar productos como calzado y, además, cuidar la selva y los recursos.
Reciclaje de caucho: cómo se hace la técnica
Para concretar la actividad se le hacen cortes con cuidado al árbol (siringas), para no dañar el tronco. Estos ejemplares, nativos de la Amazonía, enseguida empiezan a verter su látex, con lo que los trabajadores colocan recipientes para contenerlo.
Según indican los siringueros a la agencia AFP, este líquido solo sale si se estimula con frecuencia. Con lo que resulta fundamental mantener la constancia.
Luego se mezcla el líquido con vinagre hasta obtener una pasta blanquecina, que se cuelga en una cuerda durante diez días para que se sequen.
El caucho está listo para venderse a Seringô, que lo recupera. La deforestación se disparó en Marajó cuando la demanda de caucho amazónico para fabricar neumáticos desapareció debido a que países como Malasia empezaron a plantar siringas a gran escala.
Un oficio familiar
Con uno de los peores índices de desarrollo humano (IDH) de Brasil, “era necesario generar una renta en Marajó”, explica Zelia Damasceno, que fundó Seringô junto a su esposo para estimular la bioeconomía en la región.
Aunque al principio fomentaron la artesanía, con el tiempo también encontraron otra opción para fabricar: calzado.
Su fábrica de Castanhal, al este de la isla, produce a diario unos 200 pares de zapatillas deportivas y sandalias biodegradables, hechas de 70% de caucho y 30% de polvo de açaí.
Recientemente, recibió el espaldarazo de la gobernación del estado de Pará para alcanzar la cifra de 10.000 “siringueros” en Marajó. Esto en el marco de un programa de desarrollo en la región lanzado antes de la COP30 de la ONU, prevista en noviembre en Belém.
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