Indonesia ha puesto en marcha un proyecto de gran escala para el cultivo de arroz y caña de azúcar en la región de Papúa, ubicada en el este del archipiélago. Defensores del medioambiente advierten que esta iniciativa podría convertirse en el mayor proyecto de deforestación del mundo.
Podría tener impactos graves en los derechos humanos en una región que ha enfrentado conflictos con grupos separatistas y abusos militares.
El plan busca garantizar la seguridad alimentaria de los 280 millones de habitantes del país, además de aprovechar los cultivos para la producción de biocombustibles.
Deforestación en curso y estimaciones inciertas
El gobierno indonesio aún no ha definido la magnitud exacta del proyecto, aunque los cálculos oficiales sugieren que abarcará millones de hectáreas dedicadas al cultivo.
Por el momento, ya se han deforestado más de 11.000 hectáreas, una superficie mayor que París, según la ONG Yayasan Pusaka Bentala Rakyat, que lucha por los derechos indígenas y la conservación ambiental.
Imágenes satelitales analizadas por las firmas Mighty Earth y The TreeMap muestran que las zonas despejadas incluyen marismas, manglares, sabanas y matorrales, ecosistemas de alto valor ecológico.
Postura del gobierno y respuesta de ambientalistas
El gobierno argumenta que las tierras afectadas están deterioradas, ya cultivadas o en necesidad de “optimización”, asegurando que algunas áreas son barrizales sin utilidad agrícola.
Sin embargo, expertos ambientales contradicen estas afirmaciones. “El sur de Papúa tiene bosques bajos, y el gobierno no comprende el entorno”, señala Samperante.
Además, mapas de Mighty Earth revelan que la expansión de cultivos afecta turberas y bosques protegidos, en contradicción con la moratoria gubernamental contra la deforestación.
Indonesia es uno de los países con mayores tasas de deforestación del mundo, y Papúa alberga algunas de las últimas áreas vírgenes del país. Este proyecto amenaza con deshacer años de avances en la conciliación entre desarrollo agrícola y conservación forestal.
El gobierno defiende la independencia alimentaria
El presidente Prabowo Subianto ha rechazado las críticas, argumentando que el proyecto es una necesidad económica para el cuarto país más poblado del mundo.
En un discurso en enero, el mandatario destacó la urgencia de garantizar la autosuficiencia en producción de alimentos y energía, afirmando que Indonesia podría dejar de importar arroz este mismo año.
Militares involucrados en el desarrollo agrícola
En Papúa, el proyecto avanza rápidamente. En el distrito de Kaliki, agricultores, con apoyo de militares, trabajan en la siembra de arroz en tierras recientemente despejadas.
El militar Ahmad Rizal Ramdhani, encargado del equipo de resiliencia alimentaria del Ministerio de Agricultura, declaró que el terreno utilizado era “tierra descuidada y no productiva”.
Los militares han tenido un papel clave en la iniciativa, proporcionando herramientas, equipos y maquinaria agrícola a los agricultores locales.
Sin embargo, algunos sectores cuestionan la participación del ejército en un territorio con historial de abusos contra separatistas, lo que podría limitar la capacidad de los habitantes para oponerse abiertamente al proyecto, según la ONG Perkumpulan Harmoni Alam Papuana.
Dudas sobre la viabilidad del proyecto
A pesar del avance de la plantación, expertos señalan desafíos técnicos. El suelo de la región es demasiado ácido, y el clima demasiado extremo para el cultivo eficaz de arroz y caña de azúcar.
La seguridad alimentaria es clave, pero debe implementarse en lugares capaces de absorber la producción sin destruir el patrimonio natural de Indonesia.
Foto de portada: Yusuf WAHIL