Cuando termina una extenuante jornada laboral de 12 horas y estaciona la camioneta en su casa, Alejandra sonríe con un cansancio imperceptible que se diluye por la satisfacción de haber cumplido un sueño. Es que, tras años de realizar otras labores, la mujer logró el cometido de trabajar en contacto permanente con perros a través de un taxi para mascotas, un novedoso servicio que funciona hace unos meses a jornada completa.
A partir de su amor por los perros, Alejandra combinaba su trabajo en una empresa de insumos petroleros con colaboraciones frecuentes en asociaciones protectoras de animales. Además de visitar la Dirección de Zoonosis de la Municipalidad para alimentar a los animales, se compró una camioneta y comenzó un emprendimiento paralelo para trasladar mascotas.
Si bien la actividad no está regulada por la Municipalidad, la mujer dispone de un baúl amplio con un canil de las características que exigen para los traslados aéreos y se encarga de desinfectar el vehículo para que los animales no se contagien enfermedades.
El mascotaxi es el servicio ideal para las personas que no cuentan con un vehículo propio y deben recorrer grandes distancias, ya que una ordenanza prohíbe que los taxis comunes trasladen animales. ‘También me lo pide mucha gente que tiene auto y no lo quiere ensuciar’, explicó Alejandra, y agregó que su vehículo ofrece mejores condiciones de seguridad, ya que la mayoría de los dueños no posee un cinturón canino.
Aunque ha llevado gatos y hasta conejos, los perros son los principales clientes y sus dueños solicitan el traslado para ir a la veterinaria, la peluquería, la guardería o Zoonosis para castraciones. ‘Cuando se podía ir con perros al río, se subía toda la familia con la mascota y la conservadora’, relató la mujer.
Para Alejandra es imposible no encariñarse con los perros que traslada y que cuida como si fueran propios. Por eso, cinco de los once canes que tiene en su casa fueron a partir de rescates solicitados en el Mascotaxi Gaia.’“Me pedían que buscara un perrito atropellado y como ellos no lo podían cuidar, me lo quedaba yo’, explicó.