Así es el carachama, el pez invasor que devora los troncos caídos en el Amazonas

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Naturalmente, el carachama habita América del Sur. Se le encuentra desde Costa Rica hasta Uruguay, específicamente de los cuerpos de agua dulce. En Perú, por ejemplo, los ríos amazónicos rebosan con ejemplares de esta especie, que se caracteriza por comer madera de árboles caídos en el bosque húmedo.

Siendo jóvenes, pueden medir entre 4 y 5 centímetros. Sin embargo, cuando alcanzan la adultez pueden extenderse hasta casi medio metro de largo. A pesar de que es un pez común en esta región del planeta, los ciclones agresivos que promueve la crisis climática están obligando a la especie a migrar hacia otras zonas. Aquí empieza el problema.

Un invasor tímido, pero devastador

carachama

En cautiverio, el carachama puede vivir hasta 30 años. Como se alimenta de los restos de comida que dejan otros peces, así como de las algas que se adhieren al vidrio en las peceras, tienden a ser animales longevos al cuidado de seres humanos. El problema viene con sus dimensiones, o cuando las personas piensan que pueden ‘liberarlos a la naturaleza’ sin dejar estragos considerables en el ecosistema.

Como es una especie invasora, acaba con los recursos naturales que las especies nativas necesitan para sobrevivir. Lo que es más: como antes no se enfrentaban a esta escasez, mueren de hambre por falta de alimento — que los carachama acaparan, por sus dimensiones. Aunque en general es una especie tímida que busca refugio en la oscuridad, puede devastar los ecosistemas que invade por esta razón.

Cuando las personas sienten que el pez creció demasiado —ya que puede extenderse hasta 40 centímetros de largo—, es común que los avienten al río o lago más cercano. Sin saberlo, están poniendo en peligro a la fauna local, ya que el carachama requiere de grandes cantidades de comida y espacio para vivir.

Y lo que es más: se adapta fácilmente a casi cualquier entorno, documenta National Geographic España, ya que no es muy selectivo en su dieta. Por el contrario, cada vez necesita más. Esta serie de características hace que se vuelva una amenaza directa para otras especies, que no estaban acostumbradas evolutivamente a convivir con él.

Aunque con los seres humanos no son agresivos o tóxicos, con otras especies de fondo sí lo son. Se pelean por el territorio y generalmente ganan las batallas por la comida, dado su tamaño y capacidad de ataque. El mismo fenómeno se ha visto con peces dorados que son ‘liberados a la naturaleza’, pero terminaron devastando el espacio en el que no pertenecían originalmente.

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