En Mesoamérica, el puma fue un animal que simbolizó poder, vitalidad y fuerza. Por ello, algunos guerreros mexicas solían ir ataviados con indumentarias que aludían a este felino, pues así buscaban inspirar temor a los enemigos. De igual modo, los gobernantes mayas llegaron a usar partes del mamífero (como garras, dientes o la propia piel) para remarcar su poder.
«El puma se ha encontrado en muchos contextos; en las ofrendas del templo mayor, en la pintura mural de Teotihuacán, en los grandes templos de Chichén Itzá y Tula, en esculturas de Chalcatzingo, Xochicalco y Monte Albán. incluso, existen evidencias de que se llegó a comerciar con estos especímenes«, comenta Ethan Buendía, maestro en estudios mesoamericanos por la universidad nacional autónoma de México (UNAM).
Puma, el animal que se impone en la mayoría de los ecosistemas de América
El puma es un animal grande. En América, continente donde este depredador se distribuye, es el segundo felino en tamaño, solo por detrás del jaguar. Sobre sus dimensiones, el Gobierno del Estado de Yucatán indica que éste tiene una longitud que puede oscilar entre 2 y 2.4 metros, contando la cola que corresponde a un tercio del total. Las hembras son más pequeñas al llegar a la edad adulta. Por otra parte, el peso es mucho más variable, ya que hay ejemplares de 30 kilogramos y otros que han alcanzado los 120.
Estos felinos son esbeltos, lo que les ayuda a ser sumamente ágiles. La coloración del puma, cuyo nombre científico es Puma concolor, es uniforme, siendo, del pardo grisáceo claro al pardo oscuro rojizo, lo más habitual. Sin embargo, las crías presentan manchas, pero éstas se van perdiendo al paso del desarrollo.
La distribución de este animal hace al puma uno de los organismos con mayor extensión territorial en América. El felino encuentra hábitats en espacios que van desde sur de Alaska y noroeste de Canadá hasta el Estrecho de Magallanes, según reporta The Nature Conservancy. En consecuencia, se aprecia a un felino sumamente adaptable: puede vivir en montañas nevadas, bosques, selvas y desiertos.
En México, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) informa que existen reportes de la presencia del puma en todos los estados. No obstante, Durango, Michoacán, Aguascalientes, Coahuila, Chihuahua, Baja California, Baja California Sur y Yucatán son las principales entidades donde vive el segundo felino más grande de América.
Cazador crepuscular
Sobre la alimentación, la PROFEPA rescata que el puma es un carnívoro estricto, lo que lo lleva a cazar animales de variadas dimensiones. Al igual que muchos otros felinos, el puma es primordialmente un animal de hábitos nocturnos. La mayor parte de su actividad ocurre durante el amanecer y el anochecer.
Una peculiaridad del puma es que, a diferencia de otros grandes miembros de la misma familia, este animal no ruge, pero puede ronronear, tal y como lo hacen los gatos domésticos. Acerca de la reproducción, estos seres, también conocidos como león de montaña o león americano, pueden tener camadas cada dos años. Normalmente, nacen de 2 a 3 crías en la misma ocasión, aunque esto se puede verse condicionado por el ecosistema.
El ser humano: el último reto del puma, el animal que “puede con todo”
Así como pasa con muchas otras especies de carnívoros, el puma ha tenido que enfrentarse a la caza porque su alimentación ha puesto en riesgo el trabajo de ganaderos de todo el continente. Adicionalmente, al ser un organismo ampliamente extendido, este felino se ve afectado por la construcción de carreteras y otras formas de infraestructura, de acuerdo con lo reportado por Gaceta UNAM.
No es una especie en peligro de extinción, sin embargo, cada vez sus poblaciones disminuyen más. La conservación del puma es un asunto de relevancia. La PROFEPA dice que este animal, por su lugar en la cadena alimenticia, es un regulador de otros grupos de la fauna. Aparte, agrega la misma entidad, se trata de una especie indicadora, es decir, su presencia señala el buen estado de los ecosistemas donde habita.