El invierno está llegando al hemisferio norte del planeta, por esta razón muchos animales comienzan a prepararse o escaparse de las bajas temperaturas. A diferencia de los humanos, los animales no pueden abrigarse o refugiarse en la calefacción, por lo que deben desarrollar diferentes estrategias para sobrevivir a esta época del año.
Un ejemplo de esto son las arañas lobo, que sobreviven al frío cavando el suelo, o escondiéndose debajo de hojarasca o dentro de los troncos de árboles. Esto se debe a que las arañas son animales ectotérmicos, por lo que no producen calor y su metabolismo se ralentiza cuando la temperatura baja. Las arañas tejedoras, en cambio, tejen sacos de huevos con varias capas de seda para protegerlos del invierno, mientras que otras producen compuestos especiales que impiden que se formen cristales de hielo dentro de sus cuerpos.
Pero estos no son los únicos animales que desarrollaron estrategias de supervivencia, las tortugas también lo hacen. Durante los meses de invierno, esta especie se vuelve aún más lenta. Por eso, excavan el suelo para quedarse allí y refugiarse en sus caparazones, donde entrarán en un período de letargo inactivo, llamado brumación, al que sobreviven utilizando sus reservas de grasa.
Si bien, son reptiles que necesitan respirar aire, durante los meses de bajas temperaturas pueden absorber el oxígeno del agua y descargar dióxido de carbono en ella. Cuando el oxígeno es escaso, las tortugas pueden entrar en un modo metabólico en el cual no requiere de oxígeno. Si bien esto puede provocar una peligrosa acumulación de ácido láctico, estos animales pueden canibalizar el calcio de sus caparazones y así neutralizar esta acumulación.
La estrategia de las abejas para sobrevivir al invierno
A diferencia de los animales mencionados anteriormente, las abejas europeas son capaces de agruparse y permanecer activas en sus colmenas durante el invierno. Para esto, las abejas se reúnen alrededor de la reina para regular la composición del grupo y afrontar los cambios de temperatura. Estos insectos generan calor a partir de la contracción y relajación de los músculos que utilizan para mover las alas durante el vuelo.
Al estar posicionada en el medio, la reina permanece en el lugar más cálido y cómodo del enjambre, pero incluso, las demás abejas, disfrutan de este calor, puesto que no se congelan. Esta estrategia parece simple, pero requiere de meses de planificación, dado que durante los meses de verano estos insectos producen y almacenan cerca de 40 kilos de miel para mantener la colmena durante el invierno. Además, eligen con atención la ubicación de la colmena, construyéndola en la parte más alta de la cavidad de un árbol, para así crear un microambiente cálido.
Las ardillas construyen un bunker contra el frío
Las ardillas listadas no hibernan durante toda la temporada, sino que permanecen en sus madrigueras, túneles y cámaras que conectan con los lugares donde almacenan semillas o nueces para sobrevivir al frío.
Estas ardillas listadas orientales pueden pasar varios días en un estado de letargo, durante el cual su frecuencia cardíaca desciende de aproximadamente 350 pulsaciones por minuto a un solo dígito, y su temperatura corporal baja de 34 °C a 4 °C. Sin embargo, se despiertan cada unos días para comer y usar las cámaras designadas para hacer sus necesidades.
Las aves se escapan del invierno
Cerca del 70% de las aves de EE.UU y Canadá son migratorias, por lo cual es común que se dirijan hacia el sur para pasar el invierno, según la directora de la Iniciativa de Aves Migratorias de la Sociedad Nacional Audubon, Jill Deppe.
De acuerdo con este organismo, más de 450 especies de aves migran hacia lugares más cálidos, como es el caso del colibrí garganta rubí. Esta ave, que pesa lo mismo que una moneda, es capaz de cruzar el Golfo de México en un solo día, golfo cuya extensión es de 800 kilómetros.
Esto demuestra la asombrosa capacidad de los animales para lograr atravesar las estaciones del año más difíciles por sí solos, sin ayuda de calefacción o refrigeración.
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