Contaminación marina: Hallan medusas rellenas de plásticos

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La acumulación de residuos plásticos en mares y océanos se ha hecho más que evidente en los últimos años con la detección de este tipo de basuraleza (basura vertida en la naturaleza) en el estómago aves marinas, tortugas y de grandes cetáceos.

Las medusas no se salvan de esta plaga, como demuestra un estudio publicado este mes de abril en el Marine Pollution Bulletin por un equipo científico liderado por expertos del Grupo de investigación en Ecofisiología de los Organismos Marinos (EOMAR) del Instituto Universitario ECOAQUA de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

El estudio se centra en la detección de microplásticos en ejemplares de una de las especies de medusas más comunes en aguas del Mediterráneo y el Atlántico, la acalefo luminiscente, medusa luminescente o clavel (nombres comunes de la denominada científicamente Pelagia noctiluca).

El artículo incluye una de las fotografías tomadas por la investigadora Alicia Herrera, coautora del estudio, en aguas de Sardina del Norte, en Gran Canaria, en la que claramente puede verse una Pelagia noctiluca con un fragmento de plástico azul en su interior.

La ULPGC destaca en una nota divulgativa de este trabajo que “la imagen constituye un hito en el estudio del impacto de la contaminación por microplásticos en esta especie, ya que por primera vez se documenta la ingestión de plástico de las medusas de este tipo en su medio natural, en el Atlántico Norte”.

La parte inicial del estudio se llevó a cabo en verano de 2019, cuando se observó una aparición repentina de un gran número de medusas de esta especie urticante en las costas canarias.

“Para el estudio, se recogieron 30 medusas en la playa de Las Canteras y se analizaron por separado los microplásticos en su interior (cavidad gastrovascular) y los presentes en los tentáculos. En 29 de las 30 medusas estudiadas se encontró algún tipo de basura marina de origen antropogénico, es decir, generada por el ser humano”, destacan los autores del estudio.

Un gran porcentaje de los residuos detectados eran fibras de algodón, pero también se encontraron fragmentos plásticos y restos de redes de pesca. El 53% presentó microplásticos en la cavidad gastrovascular, dato que confirma su ingestión por parte de estos organismos.

“Las medusas son un componente esencial de los ecosistemas marinos, por lo que pueden ser un importante vector para la entrada de microplásticos a la cadena trófica marina, ya que son las principales presas de muchos animales. A modo de ejemplo, la tortuga laúd (Dermochelys coriacea) puede llegar a ingerir diariamente un 73% de su peso de medusas”, recuerda la ULPGC.

Este estudio evidencia que los plásticos ya se han incorporado a la cadena alimentaria y que representan un riesgo para la salud no solo de las propias medusas, sino de los eslabones superiores como tortugas, peces, aves y mamíferos marinos.

Más problemas por el Covid-19

La proliferación de elementos de protección contra el Covid-19 (mascarillas, guantes…) y la mala gestión de sus residuos suponen un riesgo añadido a la crisis de la contaminación marina, como destacan los autores del estudio y la Asociación para la Conservación Medioambiental Latitud Azul, que también ha participado en el estudio.

“Es urgente tomar conciencia respecto a esta problemática que causa miles de muertes de animales marinos al año, algunos de ellos en peligro de extinción”, indican la ULPGC y Latitud Azul haciendo un llamamiento al “uso racional del plástico, así como de guantes y mascarillas, y siempre que sea posible optar por las alternativas reutilizables”.

La pérdida de biodiversidad y el daño a los ecosistemas es una de las causas de la aparición de nuevas pandemias, así que, recuerdan, “si no cuidamos nuestro entorno, difícilmente podamos cuidar de nosotros como especie”.

El artículo publicado ahora en el Marine Pollution Bulletin, una de las revistas científicas más importantes sobre contaminación marina a escala internacional, está firmado por Jorge Rapp, como investigador principal, May Gómez, Alicia Herrera, Daniel Bondyale-Juez, Miguel González-Pleiter, Maite Asensio e Ico Martínez, todos ellos integrantes del grupo EOMAR del Instituto Universitario ECOAQUA de la ULPGC, en una labor que contó con el apoyo de la Asociación para la Conservación Medioambiental Latitud Azul y de la Universidad Autónoma de Madrid.

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