El ajolote es conocido como el “Peter Pan” de las salamandras y ocupa un lugar importante en la cultura de México.
Aunque la mayoría de los anfibios superan su fase acuática para iniciar su vida en tierra, el ajolote conserva en gran medida sus rasgos larvales y vive su etapa adulta en el agua. Sin embargo, sigue creciendo y puede alcanzar hasta 30 cm de longitud.
Los ajolotes son anfibios pertenecientes al género Ambystoma, que abarca 33 especies distribuidas desde el Altiplano Mexicano hasta el suroeste de Alaska y el sur de Canadá, según un documento publicado en 2018 por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) de México.
En México, existen 17 especies, localizadas en el noreste y centro del país. De todas ellas, 16 son endémicas de México, lo que significa que solo se encuentran en esa parte del mundo, según el documento.
El ajolote en la cultura de México
En su hábitat, los ajolotes se camuflan, lo que les permite protegerse de sus depredadores. Esto es posible gracias a su piel, cuya coloración varía entre marrón, negro, verde, colores moteados, dorado y, en ocasiones, rosa, ya que existen ejemplares albinos (como son más fáciles de identificar en la naturaleza, sus imágenes predominan en internet y acuarios, pero no en estado salvaje).
Los ajolotes fueron nombrados en honor al dios azteca del fuego y el rayo, Xolotl, quien podía tomar la forma de una salamandra. Xolotl también está relacionado con perros, y “atl” es la palabra antigua azteca para “agua”, por lo que “axolotl” a veces se traduce como “perro de agua”.
Físicamente, también destacan por tener solo cuatro dedos en las patas traseras y cinco en las delanteras, sin uñas. Además, su cuerpo es robusto, carecen de párpados y poseen pulmones y branquias.
Amenazas al ajolote
Aunque están casi extintos en la naturaleza, los ajolotes prosperan en cautiverio. Debido a sus características únicas, es común verlos tanto en peceras domésticas como en laboratorios de investigación.
Además de poder regenerar partes de su cuerpo, como el corazón, la columna vertebral y el cerebro, los ajolotes pueden aceptar órganos y extremidades trasplantados de otros ajolotes sin riesgo de rechazo, un rasgo que los hace interesantes en el campo de la investigación médica.
El ajolote no es solo un anfibio raro; es un símbolo de la biodiversidad de México y una fuente invaluable de conocimiento científico.
Entre las amenazas que enfrenta como especie se encuentran la degradación del hábitat, contaminación, pesca, depredadores no nativos y el comercio de mascotas.
*Con información de WWF.
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