La caza industrializada fue durante muchas décadas la principal amenaza para las ballenas jorobadas de los océanos del mundo. Así, a principios del siglo XX, su población casi había desaparecido en la zona norte del océano Pacífico.
Sin embargo, pese a que hace algunos años comenzaron a verse nuevos ejemplares tras esfuerzos para la conservación, el cambio climático se configuró como una nueva amenaza.
A medida que aumenten las temperaturas globales, las consecuencias alcanzan a los patrones de reproducción y alimentación de las ballenas. Esto obligará a los científicos a esforzarse por comprender sus efectos colaterales y evitar fuertes pérdidas.
El caso de “Big Mama”, la ballena jorobada del Salish
A principios del siglo XX, las ballenas jorobadas prácticamente habían desaparecido del mar de Salish, una zona marginal del océano Pacífico que se extiende a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y Canadá.
La principal causa fue la caza industrializada de cetáceos. Así, según remarca un artículo de la BBC, en 1986 quedaban menos de 1000 ballenas jorobadas, una cifra 15 veces superior a la de 100 años antes.
Sin embargo, la situación cambió hacia fines de los años 90, cuando una sola ballena jorobada apareció en las aguas de la Columbia Británica. La llamaron “Big Mama“, y se convirtió en la primera ballena jorobada que regresaba regularmente a la región en más de nueve décadas.
Gracias a los esfuerzos globales, que incluyeron prohibiciones internacionales de caza comercial, así como a intervenciones nacionales o la Ley de Conservación de Especies en Peligro de Extinción de Estados Unidos.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha llegado incluso a clasificar a la especie como de “Preocupación menor”.
En la actualidad, las ballenas jorobadas vuelven a ser visitantes habituales del mar de Salish durante el verano. Se sabe que Big Mama tuvo siete crías desde 2003.
Nik Coutinho, que trabaja para la empresa de observación de ballenas Prince of Whales, indicó al medio británico que llegó a avistar más de 400 ballenas jorobadas diferentes cada año. “Lo llamamos sopa de ballenas”, expresó.
Pero una nueva amenaza se cierne sobre esta historia de resurgimiento: el cambio climático. A medida que aumenten las temperaturas globales, se alterarán los patrones de reproducción y alimentación de las ballenas, lo que obligará a los científicos a esforzarse por comprender sus efectos colaterales.
La importancia de la temperatura del océano
Las ballenas jorobadas realizan una de las migraciones más largas de cualquier mamífero del planeta. Una de las rutas más vigiladas abarca 4830 km (3000 millas), desde Alaska hasta sus zonas de reproducción en Hawai.
Dan a luz en temperaturas del mar de entre 21 °C y 28 °C (70 °F y 82 °F), lo que es ideal para las que no tienen tanta grasa como las ballenas adultas.
Sin embargo, a medida que cambian los patrones de temperatura del planeta, los científicos advierten que las ballenas pueden verse obligadas a desviarse de su rumbo.
Para finales de este siglo, el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero dejará varias zonas de reproducción en los hemisferios de la Tierra fuera de la tolerancia térmica de las ballenas jorobadas, según un estudio de 2022 de la Universidad de Hawai en colaboración con la Fundación Ballena del Pacífico.