Los ecosistemas del archipiélago canario pueden sufrir ‘graves consecuencias’ a consecuencia de la extinción de los lagartos gigantes, que contribuyen a dispersar las semillas y cuya desaparición está modificando la conectividad y las características genéticas de las poblaciones de plantas, según una investigación realizada por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
El estudio alerta de los efectos en las plantas que tendría la desaparición de los frugívoros de gran tamaño y de las ‘graves consecuencias’ que conlleva la actividad humana, que está llevando a la extinción de muchas especies de vertebrados en todo el planeta y en especial las de mayor tamaño.
Una de las consecuencias, según la investigación del CSIC que publica la revista Journal of Ecology, es que las funciones ecológicas que desempeñan, como por ejemplo la dispersión de semillas se ven ‘gravemente afectadas’.
El trabajo cita, por ejemplo, la Orijama, que es un arbusto endémico de las Islas Canrias que depende en exclusiva de los lagartos frugívoros de mediano y gran tamaño para dispersar sus semillas.
Según ha explicado el director del proyecto de investigación de la Estación Biológica de Doñana del CSIC Alfredo Valido, estos lagartos gigantes en Canarias iniciaron su extinción desde la llegada de los primeros colonizadores a las islas y, sobre todo a partir de la introducción de especies invasoras asociadas a los humanos, como por ejemplo los gatos y el proceso sigue hasta la actualidad.
Los investigadores han demostrado que la extinción de los lagartos gigantes canarios ha provocado una reducción drástica en la conectividad genética en las poblaciones de esta planta y ha alterado, además, sus características genéticas a lo largo de su área de distribución.
El trabajo demuestra también que en aquellas islas donde los lagartos gigantes han desaparecido, la conectividad ha descendido bruscamente y ha provocado aislamiento y cambios genéticos en las poblaciones de Orijama.
Por ello, la investigación alerta de la necesidad de conservar las especies de frugívoros de mayor tamaño, que además son los más vulnerables a la actividad humana.