La liberación gradual de primates en la naturaleza es eficaz

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Por primera vez se demostró científicamente que la reintroducción gradual de primates en la naturaleza con apoyo posterior a su liberación mejora su bienestar.

Un equipo de la Universidad de Durham, Disney’s Animals, Science and Environment y el Instituto Jane Goodall demostró que un grupo de mandriles devueltos a su hábitat natural, siguiendo un cuidadoso enfoque gradual, se adaptó bien.

Todos los años, los centros de rescate liberan en la naturaleza a los animales que consideran preparados. Se basan en la suposición de que se desarrollarán mejor en su hábitat natural, pero esta suposición nunca se ha probado científicamente con los primates.

Tras ser liberados en su hábitat natural, la respuesta al estrés de los animales en libertad fue menor que cuando vivían en el santuario, según publican en la revista académica Conservation Physiology.

Cuando se liberan animales en su hábitat natural, es importante mantener baja su respuesta al estrés. Un animal estresado puede tener dificultades para prosperar en su nuevo entorno. Esto puede significar que la liberación fracase y el animal tenga que ser devuelto al cuidado humano, o peor aún, que no sobreviva.

El estudio sugiere que una liberación cuidadosamente planificada puede funcionar bien para los mandriles huérfanos nacidos en la naturaleza que han sido rehabilitados en un santuario.

Las directrices de reintroducción de primates establecidas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) recomiendan una liberación gradual y un seguimiento posterior. A menudo esto no se consigue debido a restricciones de costes y tiempo.

Los autores afirman que su estudio demuestra que este proceso lento y constante es clave para el éxito de las reintroducciones y el bienestar de los animales.

El proceso de liberación de los primates

El proceso de liberación implicó que los mandriles pasaran tiempo en un recinto construido en el bosque antes de la liberación. Con comida extra, se observaba el estado de los animales. En caso de que fuera necesario se intervenia para retirar a los animales que no estaban bien.

La profesora Jo Setchell, del Departamento de Antropología de la Universidad de Durham, que dirigió la investigación, explica que “muchas liberaciones de primates se llevan a cabo partiendo del supuesto de que mejoran el bienestar de los animales, pero muy pocos estudios lo han comprobado realmente”.

“Nuestro trabajo aplica la ciencia rigurosa a esta suposición, aportando pruebas de que una liberación cuidadosamente planificada de mandriles puede funcionar bien con el diseño, el seguimiento y la evaluación adecuados”, destaca.

Los mandriles rescatados observados en este estudio habían quedado huérfanos a causa de la caza y habían sido rescatados por las autoridades congoleñas. La caza para obtener carne es una de las principales amenazas para la conservación de los mandriles.

Al igual que muchas translocaciones de primates, este proyecto estaba motivado principalmente por la mejora del bienestar de los primates. Los mandriles salvajes aún no necesitan refuerzos poblacionales. Sin embargo, con las poblaciones de aproximadamente el 70% de las especies de primates en declive, la reintroducción con éxito será cada vez más importante en el futuro.

En la República del Congo, el equipo trasladó 15 mandriles del Santuario de Tchimpounga a un recinto de preliberación en el Parque Nacional de Conkouati-Douli, y luego al propio parque. Recogieron muestras de heces de los mandriles en cada etapa del traslado, que luego utilizaron para medir su respuesta al estrés. Gracias a las heces, el equipo pudo medir la respuesta al estrés de los mandriles de forma no invasiva.

El estrés de los primates

La respuesta de estrés de los animales aumentó inicialmente tras su traslado del santuario al recinto de pre-liberación. Esto demuestra que el traslado, que implicó el transporte en jaulas en coche y barco, fue estresante, como los investigadores esperaban que fuera.

La respuesta de estrés de los mandriles volvió a disminuir con el tiempo en el recinto previo a la liberación. Esto les proporcionó un lugar seguro para adaptarse a su nuevo entorno.

Para sorpresa de los investigadores, la respuesta de estrés de los mandriles no aumentó cuando fueron liberados en el bosque. Un mes después de ser liberados en la naturaleza, la respuesta de estrés de los mandriles cayó por debajo de los niveles observados mientras estaban en el santuario.

Tras un año en la naturaleza, la respuesta de estrés de los mandriles era aproximadamente la mitad de la que habían tenido en el santuario. Esto sugiere que los mandriles se encontraban bien en la naturaleza.

De los 15 mandriles liberados, todos sobrevivieron y nacieron dos crías. Tres del grupo original fueron devueltos al santuario al no tener éxito su traslado.

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