Las ranas venenosas de Colombia están en peligro y el tráfico de fauna es de los principales responsables.
El país es el segundo con mayor diversidad de ranas, de las cuales 417 son endémicas, es decir, solo habitan en esta nación.
Así son las ranas venenosas de Colombia
Los dendrobátidos (Dendrobatidae) son una familia de anfibios anuros (sin cola) conocidos como ranas venenosas, ranas punta de flecha o de dardo. Existen 203 especies taxonomixadas y todas ellas son endémicas de Centroamérica y América del Sur.
Estas ranas se distinguen por tener la piel brillante y coloreada, una característica que se conoce como aposematismo y que advierte a otros animales que se alejen de ellas.

El rango de colores va desde un naranja muy luminoso, pasando por el negro azulado hasta llegar al amarillo y el rojo.
El tamaño de los ejemplares varía de 1 a 6 centímetros de longitud, lo que depende de la edad y la especie. Se las llama “venenosas” porque poseen numerosos alcaloides altamente tóxicos (y a veces letales) que acumulan en la piel.
El tráfico de ranas en peligro de extinción
Una de las familias que enfrenta mayor riesgo de extinción es Dendrobatidae, a la que pertenecen las comúnmente conocidas ranas venenosas.
Muchas de sus especies tienen hábitats muy restringidos, por lo que cualquier amenaza que enfrenten las pone en grave riesgo. La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) clasifica a la mayoría de ellas en las categorías “Vulnerable” (VU), “En peligro” (EN) y “En Peligro Crítico” (CR).
Además de tener rangos geográficos pequeños, varias poblaciones de ranas venenosas de los géneros Oophaga, Phyllobates y Andinobates están disminuyendo debido a su extracción del medio silvestre para el tráfico ilegal.
Es por eso que el objetivo de un reciente artículo científico elaborado por investigadores de WCS en Colombia y Estados Unidos, publicado a finales de 2024 en la revista Conservation Science and Practice, analiza qué está pasando con el tráfico de seis especies endémicas colombianas.
Las conclusiones

“Nuestros análisis muestran que, durante más de dos décadas, el comercio internacional de estas ranas incluidas en la CITES, probablemente en vulneración de la Convención, resultó en exportaciones significativas (y probablemente mayores beneficios financieros) en países fuera del área de distribución de estas especies, a través de programas de cría en cautiverio”, indica el artículo.
“Aunque el mercado se reconfiguró cuando Colombia legalizó la exportación de ciertas ranas endémicas, los países fuera del área de distribución de estas especies, con parentales obtenidos de fuentes desconocidas y posiblemente ilegales, siguen representando una parte significativa del volumen de comercio de algunas especies (principalmente, Phyllobates spp.)”, remarca la investigación.
Germán Forero, director científico de WCS Colombia, precisó que las seis especies de ranas endémicas con las que trabajaron en el artículo pertenecen al Apéndice 2 de CITES.
Es decir, se trata de especies que pueden sufrir una disminución, por lo que se requiere un comercio sujeto a controles y permisos específicos para asegurar su supervivencia. A su vez, por esta razón, todas las transacciones deben ser reportadas por los países que exportan e importan.
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