Los delfines forman las redes de alianzas más extensas después de los humanos

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Si hay algo que define a las sociedades humanas es su gran capacidad para formar alianzas, una habilidad de la que ha dependido nuestra supervivencia desde el Paleolítico. Con el paso del tiempo, los lazos cooperativos han adquirido niveles cada vez más complejos, abarcando a desconocidos que colaboran entre sí formando desde pequeñas comunidades hasta naciones y ligas de naciones. Pero no somos los únicos capaces de semejantes pactos. Los delfines nariz de botella también lo consiguen, según ha demostrado un equipo internacional dirigido por investigadores de la Universidad de Bristol.

Los científicos estudiaron las alianzas entre 121 machos adultos de delfín nariz de botella en aguas de Shark Bay, en Australia Occidental, desde 1982. Estos ejemplares fueron capaces de construir alianzas complejas aunque no estuvieran emparentados entre sí, con el objetivo de aumentar su éxito reproductivo. Los investigadores aseguran en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS) que se trata de las sociedades cooperativas complejas más grandes más allá de los humanos.

Alianzas de tercer orden

Los científicos investigaron qué machos pasan más tiempo juntos. De esta forma, han descubierto que dos o tres individuos forman alianzas de primer orden. Estos se relacionan con otros grupos formando uno más grande de segundo orden de cuatro a catorce individuos no emparentados que a su vez se relacionan con otros grupos iguales formando un tercer orden. El objetivo es acorralar a las hembras fértiles y defenderlas de otros grupos de machos, algo para lo que necesitan ayuda y que no pueden hacer en solitario.

“La cooperación entre aliados está muy extendida en las sociedades humanas y es uno de los sellos distintivos de nuestro éxito. Nuestra capacidad para construir relaciones estratégicas y cooperativas en múltiples niveles sociales, como alianzas comerciales o militares, tanto a nivel nacional como internacional, alguna vez se pensó que era exclusiva de nuestra especie”, señala Stephanie King, profesora de la Facultad de Ciencias Biológicas en Bristol.

Los delfines nadan uno al lado del otro, se acarician, se silban si están separados y se ayudan unos a otros si los rivales quieren ‘robarles’ a una hembra. Según la investigadora, estas relaciones cooperativas, “permiten a los machos pasar más tiempo con las hembras, lo que aumenta su éxito reproductivo”.

Cerebro social

Los científicos pensaban que la cooperación intergrupal en humanos era única y dependía de otras dos características que distinguen a los humanos de nuestro ancestro común con los chimpancés, la evolución de los lazos de pareja y los cuidados de las crías por parte de los machos. “Sin embargo, nuestros resultados muestran que las alianzas intergrupales pueden surgir sin estas características, a partir de un sistema social y de apareamiento más parecido al de los chimpancés”, señala Richard Connor, profesor de la Universidad de Massachusetts.

“Es raro que un departamento de antropología lleve a cabo una investigación que no sea con primates, pero nuestro estudio muestra que se pueden obtener conocimientos importantes sobre la evolución de las características que antes se pensaba que eran exclusivamente humanas al examinar otros taxones altamente sociales y de cerebro grande”, asegura Michael Krützen, director del Instituto de Antropología de la Universidad de Zúrich.

En un interesante punto de vista, el primatólogo de la Universidad de Harvard, Richard Wrangham, que no ha participado en el estudio, señala en ‘Science’ que los resultados constituyen uno de los apoyos más convincentes para la “hipótesis del cerebro social”, la idea de que seguir las numerosas relaciones sociales para saber quién es ‘amigo’ de quién impulsó la evolución de los grandes cerebros y la inteligencia. Los delfines aportan “una gran demostración de la correlación positiva entre el tamaño del cerebro y la complejidad social”.

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