Los halcones peregrinos fingen ataques para agotar a sus presas

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Científicos que observan halcones peregrinos han hallado pruebas de que utilizan falsos ataques para cansar a sus presas u obligarlas a correr mayores riesgos.

Con este hallazgo, publicado en ‘Frontiers in Ethology’, han conseguido demostrar la teoría del modelo Wolf-Mangel, según el cual los depredadores agotarían deliberadamente a sus presas para mejorar su éxito de caza posterior.

“Aunque en las novelas y películas los depredadores son considerados inteligentes, como los velociraptores de “Jurassic Park”, los biólogos empíricos no suelen dar mucha credibilidad a estas ideas”, afirma Ronald Ydenberg, de la Universidad Simon Fraser (Canadá) y autor principal del estudio–. A menudo me he quedado perplejo al observar rapaces por aspectos de su comportamiento, como posarse de forma prominente o hacer evidente de otro modo que están presentes”. El artículo teórico de Wolf y Mangel ofrecía una explicación”.

Los correlimos del Pacífico pasan el invierno en grandes bandadas en marismas templadas, como la de Boundary Bay, en la Columbia Británica (Canadá). A los halcones peregrinos que los cazan les resulta más fácil hacerlo cuando la marea acerca a los correlimos a tierra, porque estos suelen posarse con la marea alta y la vegetación de la orilla les facilita las emboscadas.

Sin embargo, en la década de 1990 aumentó la presencia de halcones peregrinos en la bahía de Boundary, y los correlimos comenzaron a sustituir los dormideros por bandadas sobre el océano, es decir, a volar en grupo sobre las olas. Esto evita que los halcones peregrinos les tiendan emboscadas, pero cuesta energía y tiempo de búsqueda de alimento.

El modelo Wolf-Mangel sugiere que las presas hambrientas invierten más esfuerzo en buscar alimento que en evitar a los depredadores, y que éstos pueden aprovecharse de ello. Ydenberg y sus colegas intentaron comprobarlo utilizando décadas de datos proporcionados por el doctor Dick Dekker, a quien se dedica el estudio en su 90 cumpleaños.

“Trabajé con Dick por primera vez en 2003 –recuerda Ydenberg–. Era un científico independiente y autofinanciado, con un interés obsesivo por la observación de los halcones que comenzó cuando era adolescente. No había otra fuente en el mundo del tipo de información que él recopilaba”.

Los halcones pueden utilizar falsos ataques para hacer que los pardales acudan en bandada, pero ni siquiera los observadores experimentados pueden estar seguros de qué ataques son graves, así que los investigadores se fijaron en el comportamiento de los correlimos.

Los científicos los observaron desde el amanecer hasta el anochecer durante 34 días y analizaron un periodo de seis horas centrado en la marea alta. También se basaron en 151 días de datos sobre ataques de peregrinos para estimar el riesgo de depredación a distintas horas del día.

Si los correlimos acudían en bandadas sobre el océano –lo que hicieron el 68% de los días de observación– lo hacían durante unas tres horas al día. No acudían en bandada cuando las condiciones lo hacían más costoso energéticamente o cuando había otras opciones seguras. Tampoco lo hacían de noche, cuando los halcones no cazan.

Los datos de caza mostraron que los correlimos comunes corrían mayor riesgo de depredación justo antes y después de la pleamar, y pasaban la mayor parte del periodo de mayor riesgo volando en bandadas. Sin embargo, dos horas después de la marea alta se produjo un fuerte aumento de las muertes, debido a que los correlimos no acudían en bandadas a pesar del elevado riesgo.

La bandada sobre el océano reduce el riesgo para los correlimos, mientras que la marea alta mejora las posibilidades de los peregrinos. Los correlimos deberían esperar a salir en bandada –optimizar su bandada podría reducir la mortalidad hasta en un 45%–, pero no lo hacen porque los peregrinos son una amenaza.

Al provocar a los correlimos para que acudan pronto a la bandada, los halcones les privan de oportunidades de alimentarse y de la energía que necesitan para seguir acudiendo a la bandada más tarde.

Los científicos se plantearon si los halcones más hábiles esperaban a que los correlimos estuvieran cansados para cazar, pero no pudieron comprobarlo. Sin embargo, descubrieron que otra especie de ave en otra bahía también se reúne en bandadas cuando se ve amenazada por los halcones. Aparece el mismo patrón de bandadas tempranas y muertes tardías, lo que sugiere que esto se debe a una estrategia de caza más que a variaciones en la habilidad.

“Hay otras hipótesis que podrían explicar estos resultados. Para probarlas es necesario un seguimiento detallado de cada uno de los halcones –apunta Ydenberg–. Eso no parece factible en este sistema, pero como las ideas básicas deberían aplicarse más ampliamente las pruebas podrían hacerse en otros sistemas”.

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