Los cazadores furtivos matan entre 30 y 50 tigres siberianos y hasta 1.200 aves de distintas especies, todos en peligro de extinción, según el proyecto de ley para penalizar la caza y venta de animales salvajes protegidos.
La ley, presentada a la Duma por el presidente ruso, Vladímir Putin, castigará con penas de cárcel de hasta dos años la caza y comercialización de animales en peligro de extinción, entre ellos leopardos y tigres siberianos.
Los cargos públicos podrán ser castigados con penas de hasta cinco años de prisión, mientras que si el delito es cometido por un grupo organizado el castigo podrá ascender hasta siete años de cárcel.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) denunció recientemente la tala ilegal masiva de bosque en la región de Primorie, hábitat del tigre y de otras especies protegidas.
Según el último censo oficial, en las regiones del Lejano Oriente ruso, separadas de China por la frontera natural del río Amur, viven unos 450 tigres siberianos, especie que habita también en el gigante asiático y en la península coreana.
Entre otras medidas para proteger a este felino, las autoridades rusas han prohibido la tala de los bosques de cedro coreano en la taiga del Lejano Oriente, hábitat de los jabalíes, una de las presas preferidas de los tigres siberianos.
En la Cumbre Global del Tigre celebrada en noviembre de 2010 en San Petersburgo, los gobernantes de Rusia, China, India y otros diez países asiáticos firmaron una declaración en la que se comprometieron a duplicar la población mundial de tigres para 2022.