Uruguay: otra ballena muerta reafirma tesis de daño por búsqueda de petróleo

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Cuando ya se habían acallado los ecos del varamiento y posterior funeral del cachalote de playa Carrasco, una ballena franca llegó muerta el jueves pasado a la costa de Rocha sin provocar ninguna atención pública. Esa aparición fue entendida por los expertos como una “señal” que reafirma la hipótesis de la causa de muerte de las ballenas debido al daño auditivo provocado por las exploraciones sísmicas de la búsqueda de hidrocarburos.

Esta vez fue el turno de una ballena franca, de seis metros de largo, de aproximadamente 2 años −es decir, un ejemplar joven− que llegó a la zona de Cerro Verde, al final del parque de Santa Teresa. Ahí mismo le dieron sepultura el guardaparques y miembros del Ejército Nacional.

Lo llamativo es que su cuerpo estaba bastante descompuesto, mucho más que el estado del cachalote en el momento de su avistamiento y sin ninguna laceración. “Casualmente, (la muerte) es de la misma época”, señaló Rodrigo García, coordinador de la Organización de Conservación de Cetáceos (OCC) y consultor de la Universidad de Oregón (Estados Unidos).

No obstante, a ninguno de estos animales se les pudo practicar un examen en busca de derrames en los órganos internos para comprobar un daño auditivo.

El caso del cachalote, al que se le suma ahora la ballena franca, despertó preocupación de la directora de la organización internacional Ocean Care, órgano consultivo de Naciones Unidas para la protección de los mamíferos marinos, que pidió información a la Organización de Conservación de Cetáceos.Ambas organizaciones esperan que ANCAP brinde información, solicitada hace más de dos meses, acerca de la metodología empleada en las exploraciones sísmicas. 
 

Las exploraciones sísmicas se realizan mediante fuentes de aire comprimido que emiten sonidos de 200 decibeles para obtener datos sobre la geología del suelo.Desde ANCAP se informó a El Observador que las maniobras se realizan a más de 100 kilómetros de la costa y los controles se extienden a una zona de seguridad que va de 500 a 700 metros de donde se encuentra el buque, lo que asegura que los daños por el sonido de los impactos no dañen a los mamíferos.Pero, según explicó García, “un cachalote percibe una bomba brasilera a cinco kilómetros, le molesta y lo puede dejar sordo”.

Además, el sonido viaja más rápido en el agua que en el aire.Desde la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) no se descartó esta causa, máxime que desde ANCAP se reconoció que los cachalotes u otros cetáceos nadan cerca del área. Las exploraciones sísmicas en las costas del país tuvieron su punto inicial en octubre del 2012 cuando se firmó un contrato con cuatro empresas.En cada uno de los barcos que realizan esos estudios tiene que haber dos biólogos que se encarguen de controlar la presencia de mamíferos cerca de donde se realizan las detonaciones.

En setiembre de 2012 un panel independiente de expertos concluyó que el varamiento masivo de un centenar de delfines cabeza de melón ocurrido en 2008 en Madagascar fue causado principalmente por el sistema de ecosonda de una nave contratada por Exxon Mobil Exploration and Production Limited.Y más cerca, en Ecuador, el gobierno decidió detener durante cuatro meses las exploraciones sísmicas en el golfo de Guayaquil en agosto de 2013 debido a la mortandad creciente de peces registrada durante los últimos años.

El Observador

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