Las aves son los únicos “dinosaurios” que sobrevivieron hasta los tiempos modernos.
Pero, ¿cómo se las arreglaron para sobrevivir a los catastróficos eventos de hace 65 millones de años mientras sus coetáneos dinosaurios perecieron?
Un estudio, publicado en Nature, apunta a un fenómeno evolutivo que pudo darles ventajas a las aves: las aves son, al parecer, dinosaurios bebés cuya biología las previene, incluso, de crecer más allá de su tamaño promedio.
El coautor del estudio, Bhart-Anjan Bhullar, y su colega Arkhat Abzhanov, han postulado que las aves pudieron haber evolucionado de los dinosaurios mediante un proceso conocido como paedomorfosis.
La paedomorfosis es cuando cualquier organismo retiene los rasgos de su etapa infantil incluso cuando ya ha alcanzado la madurez sexual.
“Ciertamente parecen tener algunas características paedomórficas” dijo Jack Horner, paleontólogo de la Universidad Estatal de Montana y quien estudia el desarrollo y crecimiento de los dinosaurios. No estuvo involucrado en el estudio.
Según Horner, la paedomorfosis no es inusual en la evolución y nacimientos de especies.
Bhullar y Abzhanov alcanzaron esta conclusión al comparar los cráneos de aves y dinosaurios a través de filogenias, o grupos emparentados, y en diferentes etapas de desarrollo.
Si las aves evolucionaron por proceso de paedomorfosis, se unen a especies como los ajolotes, salamandras nativas de México que evolucionaron para retener su característica de renacuajo, las branquias, aletas y, a diferencia de la mayoría de anfibios, su constante acuática en la edad adulta.
Pero, ¿por qué sería ventajoso que animales adultos mantengan características morfológicas de su infancia?
Para Grez Erickson, estudioso de la morfología evolutiva en la Universidad Estatal de Florida, y que no estuvo involucrado en el estudio, la paedomorfosis puede ayudar a una especie a desarrollar nuevas adaptaciones para explotar nuevos nichos.
Particularmente, Ericsson sugiere que la paedomorfosis pudo haber permitido a las aves el desarrollar ojos más grandes, que ayudan la evaluación espacial durante el vuelo, así como un gran cerebro con respecto a la masa de su cuerpo, que pudo contribuir a la inteligencia.
Además, un buen ángulo de análisis explica que en la infancia, los niños y cachorros son pequeños, y en situaciones de estrés ambiental, lo pequeño es bueno, debido a la capacidad de esconderse de cualquier evento de la naturaleza o de predadores.
El estudio
Para comparar cuantitativamente las geometrías craneales, se escanearon los cráneos de dinosaurios terópodos (los que se piensa fueron los ancestros de las aves), cocodrilos, lagartos (primos de los dinosaurios), aves tempranas como el Archaeopteryx, y de aves modernas.
Después crearon versiones digitalizadas de cada cráneo y trazaron un mapa de puntos de referencia, como las fosas nasales, las dimensiones de la cuenca del ojo y los lugares donde se unen los huesos.
Las mediciones de Bhullar y Abzhanov mostraron que mientras un típico dinosaurio no volador comenzó su vida con una cabeza redonda, grandes ojos y un cerebro grande en relación al cuerpo, teniendo un hocico alargado y un cerebro relativamente pequeño al crecer, las aves mantuvieron sus caras de neonatos cuando crecen.