Investigadores encontraron plástico degradado en el estómago de uno de cada cuatro peces que habitan a más de mil metros de profundidad, un estudio sin precedentes en especies de las aguas oscuras del Atlántico.
Investigadores de los Centros Oceanográficos españoles de Vigo, Málaga y Cádiz del Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC) encontraron restos de plástico degradado en uno de cada cuatro peces durante un estudio publicado en la revista Science of the Total Environment la semana pasada.
El estudio, según explicó el IEO en un comunicado, estuvo orientado a evaluar la incidencia de microplásticos en el contenido estomacal de dos especies de peces de aguas profundas: el talismán (Alepocephalus bairdii) y el granadero (Coryphaenoides rupestris), dos especies de interés comercial que se capturan habitualmente en el banco de Porcupine, al oeste de las costas de Irlanda, entre 985 y 1.037 metros de profundidad.
En concreto, la evaluación se realizó sobre 50 individuos de ambas especies capturados, y en el trabajo se revisa la incidencia observada en otros estudios en especies similares en todo el mundo.
Además de encontrar restos de plástico degradado en uno de cada cuatro peces, los investigadores identificaron en uno de los especímenes un filamento plástico (tereftalato de polietileno, PET) completo.
En los últimos años la comunidad científica internacional dio la voz de alarma sobre la problemática ambiental relacionada con el aumento dramático de la entrada y persistencia de materiales plásticos en el medio marino.
Poco se sabe del plástico en aguas profundas
Los peces comerciales y de aguas poco profundas han sido objeto de numerosos trabajos sobre la ingestión de microplásticos, dada su importancia en las redes tróficas y en la dieta humana.
Sin embargo, se sabe poco sobre la presencia de microplásticos en las especies de peces que habitan en el océano oscuro, en la zona batial, y existe un alto grado de incertidumbre sobre la distribución de microplásticos en áreas alejadas de costa y el mar profundo.
Este trabajo proporciona el primer estudio de referencia de elementos microplásticos en peces de tales profundidades en el Atlántico y “sugiere que estas especies podrían usarse como bioindicadores en futuras investigaciones“, según Jesús Gago, coautor del trabajo y responsable del proyecto CleanAtlantic en el IEO.