Con una concha distintiva en forma de clip, el Diplomoceras maximum vivió hace unos 68 millones de años. Era una amonita, un grupo ahora extinto de cefalópodos con tentáculos, que dominó las profundidades de los océanos en la Antártida por años y fue contemporáneo del famoso Tiranosaurio rex.
Una concha inusual
La morfología de la concha de este molusco llamó la atención de un equipo de investigadores de la Universidad de Syracuse, en Nueva York. De acuerdo con un estudio conducido por la misma institución, la forma del Diplomoceras maximum dificulta desentrañar su anatomía.
Sin embargo, Linda Ivany y Emili Artruc, investigadoras paleo-climáticas de la misma institución, descubrieron que estos animales prehistóricos pudieron haber sido muy longevos. Según sus hallazgos, se estima que tuvieron una vida útil de casi dos siglos. En entrevista con New Scientist, Ivany destacó que era difícil no quedar fascinado ante la rareza del animal. «Es tan alto como yo», añadió.
Una costilla nueva por cada año vivido
La investigación reveló que su caparazón, de metro y medio de largo, contenía docenas de costillas. Los resultados del estudio fueron presentados ante la Sociedad Geológica de América, en una reunión virtual programada para la semana pasada. De entre los más interesantes, resalta el hecho de que el molusco pudo desarrollar una costilla nueva por cada año de vida.
Ivany y su equipo se percataron de que existía un patrón repetido sobre la corteza de la concha del molusco. A partir de pruebas con isótopos en cada capa de la misma, se dieron cuenta de que una nueva costilla se formaba anualmente, perpendicular a la longitud de su cuerpo.
Un calamar muy longevo
A comparación de otros moluscos, que el Diplomoceras maximum haya tenido una vida así de extensa no es notable. Hay ejemplares contemporáneos aún vivos que pueden doblar esa cifra sin dificultad. Sin embargo, lo que llamó la atención de la comunidad científica es que esta especie era un cefalópodo, caracterizados de manera general por tener periodos activos muy breves.
Ejemplo de esto son los pulpos o los calamares gigantes, quienes apenas llegan a 5 años de vida. Por otra parte, están los nautilus, famosos por su concha en especial, que pueden sobrevivir hasta dos décadas. Hasta hoy, no se tenía registro de un cefalópodo que superara este récord.
Por esta razón, todavía no está claro por qué esta especie pudo haber tenido una vida útil tan larga. Menos aún en las profundidades de las aguas heladas de la Antártida, donde debió ser difícil conseguir alimentos durante los largos meses de invierno. Ivany sugiere que es posible que tuviera un metabolismo lento, que favoreciera espacios de tiempo prolongados sin comida en un entorno inhóspito.