La desaparición de especies es una noticia lamentable y constante en publicaciones científicas y medios de comunicación. No lo es tanto el descubrimiento de formas de vida que ya se habían dado por extinguidas.
El caso más reciente de redescubrimiento ha sido liderado por miembros de una coalición científica internacional y tiene como protagonista a un solitario y maltrecho ejemplar de la especie Quercus tardifolia, un roble que se consideraba extinguido desde 2011. El superviviente ha sido localizado en el Parque Nacional Big Bend, en Texas (Estados Unidos).
Los miembros de este equipo liderado por el Morton Arboretum y el Jardín Botánico de los Estados Unidos (USBG) se emocionaron al encontrar este ejemplar solitario de Quercus tardifolia de unos 9 metros de altura, y ahora trabajan con urgencia en planes para mantenerlo con vida e intentar su reproducción.
“Este trabajo es crucial para preservar la biodiversidad que la Tierra está perdiendo tan rápidamente”, dijo Murphy Westwood, vicepresidenta de ciencia y conservación del Morton Arboretum, una de las entidades que ha participado en el descubrimiento. “Si ignoramos el declive de Q. tardifolia y otros árboles raros en peligro de extinción, podríamos ver innumerables efectos dominó con la pérdida de otras entidades vivientes en los ecosistemas sustentados por esos árboles”, destaca Westwood recordando que el Q. tardifolia está considerado uno de los robles más raros del mundo.
Un árbol muy dañado
El equipo que hizo el descubrimiento de este árbol solitario, el 25 de mayo de 2022, describió una escena que califican como ecológicamente “terrible”. El tronco de este roble está marcado por el fuego y muestra signos de infección fúngica grave.
Cualquier nueva situación ambiental adversa podría acabar con la vida de este superviviente aislado, y este tipo de amenazas (entre las que se destacan los incendios y las sequías) son cada vez más frecuentes en la zona habitada por este árbol.
El grupo responsable del descubrimiento trabaja ahora con el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos para reducir la amenaza inmediata de incendios forestales en esta zona. Además, botánicos y ecólogos colaboran en la búsqueda de bellotas de este árbol para intentar la germinación y cultivo de nuevos ejemplares. A los investigadores les preocupa que este roble en concreto no esté produciendo bellotas y por ello se están buscando otros métodos de propagación, incluido el injerto, para preservar el futuro de la especie.
“Esta es una investigación colaborativa importante necesaria para la conservación de Q. tardifolia ”, dijo Carolyn Whiting, botánica en el Parque Nacional Big Bend. “Las montañas Chisos albergan una gran diversidad de especies de robles, en parte debido a la amplia gama de hábitats disponibles en esta ‘isla del cielo’. Todavía hay mucho que aprender sobre los robles en los Chisos”.
“El Jardín Botánico de los Estados Unidos está encantado con el éxito de esta asociación y el viaje de recolección que redescubrió un roble tan raro”, dijo Susan Pell, directora ejecutiva interina del Jardín Botánico de los Estados Unidos, que está financiando y colaborando en el proyecto. “Este descubrimiento es solo el comienzo del trabajo de conservación que estamos realizando en asociación con el Morton Arboretum para comprender mejor y conservar los árboles amenazados”.
Han participado en este proyecto Bartlett Tree Research Laboratories and Arboretum; Centro de Flores Silvestres Lady Bird Johnson; servicio de la naturaleza; Arboreto de Polly Hill; Jardín Botánico de San Antonio; Universidad de California, Davis Arboretum y Public Garden; y el Herbario A. Michael Powell de la Universidad Estatal de Sul Ross.
Avances científicos
Los robles tienden a hibridarse o cruzarse, lo que puede permitirles adaptarse más rápidamente a las condiciones climáticas cambiantes, como el calor extremo y las nuevas enfermedades. Esta hibridación frecuente también puede desdibujar las líneas genéticas entre las especies de robles en un ecosistema dado como Big Bend. El análisis molecular confirmará si el ADN del árbol recién descubierto coincide con el de muestras anteriores de Q. tardifolia, pero según los investigadores, existe la posibilidad de que el análisis plantee más preguntas que respuestas.
Según Andrew Hipp, científico principal en sistemática de plantas y director de herbario en el Morton Arboretum, cuyo equipo realizará el análisis genético, “este es un problema interesante; estamos investigando si este árbol es genéticamente similar a otros árboles que se han recolectado previamente como Q. tardifolia. Eso debería decirnos si esta colección es la misma que Cornelius H. Muller nombró Q. tardifolia. También debería decirnos si esta colección de especímenes es genéticamente lo suficientemente distinta de otros robles estrechamente relacionados en el área para justificar el reconocimiento como especie”.
Independientemente de la clasificación, Hipp señaló que es importante preservar toda la variación genética en la vida. “Las especies son poblaciones genéticamente distintas que generalmente podemos reconocer en el campo”, dijo. “Pretendemos proteger la variación funcional dentro de las especies. Las formas de las hojas, las respuestas fisiológicas a la sequía y el fuego e incluso la longevidad de los árboles son atributos que pueden compartirse entre las poblaciones y entre las especies mediante el flujo de genes.
“La variación funcional que representan estas nuevas colecciones puede ser justo lo que se necesita para ayudar a los robles de la región a adaptarse a los cambios ambientales en un futuro cercano o lejano”, indica.
“En todo el planeta, los robles sirven como un ancla ecológica que limpia el aire, filtra el agua, secuestra el dióxido de carbono y sustenta innumerables hongos, insectos, aves y mamíferos”, explicó Westwood. “Cuando uno se pierde, no sabemos qué más podemos perder permanentemente a su paso”, destaca esta investigadora.