Un reciente estudio de modelado dirigido por investigadores de la University College London (UCL) reveló que la inyección de aerosoles estratosféricos para enfriar el planeta podría llevarse a cabo sin necesidad de desarrollar aviones especializados.
El trabajo, publicado en la revista Earth’s Future, concluyó que la técnica podría realizarse a 13 km de altitud en regiones polares, utilizando aeronaves comerciales como el Boeing 777F.
Un método con ventajas y desafíos
Tradicionalmente, se ha considerado que esta intervención debe realizarse en los trópicos, a altitudes superiores a 20 km, lo que requeriría aeronaves diseñadas específicamente para la tarea.
Sin embargo, los investigadores encontraron que:
- A menor altitud, la efectividad es un tercio menor, requiriendo más cantidad de aerosol.
- Se generarían efectos secundarios, como mayor riesgo de lluvia ácida.
- El impacto en los trópicos sería menor, donde la vulnerabilidad al calentamiento es mayor.
A pesar de estas limitaciones, esta alternativa podría acelerar la implementación de la geoingeniería solar.
Cómo funciona la inyección de aerosoles estratosféricos
El método consiste en introducir dióxido de azufre en la atmósfera, donde se transforma en partículas reflectantes que disminuyen la radiación solar.
Para que sea efectiva, la inyección debe realizarse en la estratosfera, una capa atmosférica libre de nubes, donde las partículas pueden persistir durante meses o años.
Este proceso es similar al efecto observado tras la erupción del volcán Pinatubo en 1991, que provocó un descenso global de temperaturas.
Implicaciones para la política climática
El estudio sugiere que, en lugar de esperar el desarrollo de aviones de gran altitud, la inyección podría comenzar antes con modificaciones a aeronaves comerciales existentes.
El investigador Wake Smith, de la Universidad de Yale, indicó según la agencia EuropaPress que diseñar y certificar nuevas aeronaves de alto vuelo podría llevar una década y costar miles de millones de dólares.
No es una solución definitiva
El coautor Dr. Matthew Henry, de la Universidad de Exeter, enfatizó que la geoingeniería solar no reemplaza la necesidad de reducir emisiones de gases de efecto invernadero.
“Solo lograremos estabilidad climática a largo plazo con cero emisiones netas”, afirmó, resaltando que cualquier intervención debería ser gradual para evitar impactos catastróficos.
Este estudio aporta nuevos enfoques sobre la viabilidad técnica y política de la geoingeniería solar para enfriar el planeta, impulsando el debate sobre su posible implementación y consecuencias globales.