Investigadores argentinos analizarán la presencia de microplásticos en la atmósfera antártica

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La presencia de partículas microscópicas de plásticos en suspensión en la atmósfera antártica será el eje de una investigación que la Argentina comenzará este verano en la base Carlini, en el marco de un programa de cooperación científica internacional.

Sensores activos y pasivos con filtros capaces de retener estas partículas serán instalados en la base Carlini durante este verano y en una segunda etapa del proyecto se espera colocar equipos similares en las otras seis bases permanentes de la Argentina en la Antártida.

Estos microplásticos podrían romper el equilibrio del ecosistema antártico como cualquier otro contaminante, seguramente proliferarán bacterias degradadoras de estos compuestos y en la medida que este contaminante no aumente en su concentración la naturaleza se encargaría de restablecer el equilibrio, de lo contrario es probable que el ecosistema se vaya a ver afectado.

El licenciado en Ciencias Ambientales y doctor en Oceanografía Antonio Curtosi es el jefe del área de Investigaciones Fisicoquímicas y Ambientales del Instituto Antártico Argentino (IAA). Con más de 30 campañas antárticas de experiencia, durante este verano cumplirá el rol de jefe científico de CAV para lo cual embarcó en el Almirante Irízar.

Curtosi afirmó en diálogo con Télam que “cuando un elefante desaparece todo el mundo lo nota. Pero antes que desaparezca el elefante desaparece un montón de organismos que eran vitales para el elefante, como algunas bacterias que podrían ser importantes para que el elefante no se enferme”.

Y advirtió: “Lo mismo puede pasar en la Antártida con los microplásticos atmosféricos; puede haber bacterias que los degraden pero no sabemos cómo eso va a desequilibrar la flora bacteriana antártica”.

“Empezamos trabajando con macroplásticos que la marea llevaba a las costas antárticas como bolsas, pedazos de redes o boyas, después empezamos a investigar microplásticos en el agua que no sólo aparecían en las muestras de agua sino también en las branquias de los peces. Por eso, decidimos comenzar este año con un registro de microplásticos en el aire de la Antártida que hasta donde nosotros sabemos es una experiencia pionera en el continente”, destacó.

“Los plásticos que desechamos sufren de varios tipos de deterioro, los rayos ultravioletas del sol, la fuerza del agua, la fricción contra las rocas, y también un deterioro orgánico producido por bacterias capaces de degradarlos, pero además de los microplásticos que son consecuencia de la degradación de plásticos más grandes también la industria produce microplásticos como los que usan muchos productos cosméticos y que por los desagües llegan al mar”, indicó.

El investigador señaló que “este verano en la base Carlini se van a instalar sensores activos que van a succionar aire y sensores pasivos que van a recoger las partículas en suspensión que caigan atraídas por la gravedad, ambos van a llevar filtros de un compuesto capaz de retener los microplásticos que investigaremos”.

“En la ciudad fueguina de Ushuaia hay dispositivos similares por lo que vamos a poder cotejar los resultados de la presencia de microplásticos en suspensión que observamos en la Antártida con los que ya existen al sur del territorio americano”, añadió.

Curtosi aclaró que “estás partículas son muy livianas y pueden alcanzar zonas remotas como la Antártida, creemos que la atmósfera baja de la Antártida está influenciada en parte por los vientos y que el continente se encuentra medianamente protegido del resto de los continentes por una circulación de vientos y corrientes marinas de este a oeste que impide el ingreso de la mayoría de estos microplásticos y otros contaminantes, pero necesitamos medir con exactitud hasta dónde pueden llegar y en qué cantidades”.

“Esta investigación que arrancamos este año es parte de un convenio internacional con Francia que ya venía trabajando junto a otros países europeos en la presencia de microplásticos en aguas antárticas y los resultados van a formar parte de una red internacional de datos sobre el tema”, finalizó el investigador.

Según una investigación llevada a cabo por el Grupo Mixto de Expertos sobre los Aspectos Científicos de la Protección del Medio Marino, un órgano consultivo integrado por diversas organizaciones de Naciones Unidas, estimó en septiembre del año pasado que cerca del 80% de la basura marina es generada por actividades en las costas, mientras que el restante 20% es generado por fuentes en navegación, teniendo en cuenta que se calculó que ingresan a los océanos un total de entre 4.8 y 12.8 millones de toneladas de plástico anualmente.

Asimismo, estimó que en el fondo del mar existe un total aproximado de 14 millones de toneladas de microplásticos depositadas, en tanto que en la superficie de los océanos hay unos 5.25 trillones de pequeñas partes de plástico flotando lo que representa un total de 250 mil toneladas.

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