Los mayores tiburones que han poblado los océanos, entre ellos el megalodón, un depredador con dientes del tamaño de una mano, dominaron la Canarias primigenia hace 4,8 millones de años, cuando estaba rodeada de aguas calientes repletas de la comida predilecta de esos escualos: las ballenas.
La revista Estudios geológicos, del CSIC, publicó un trabajo del departamento de Biología y el Instituto de Oceanografía y Cambio Global de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria que revela que miles de canarios viven rodeados de tiburones, pero no en el mar, sino en yacimientos arqueológicos emplazados a casi 100 metros de altura, en las afueras de la ciudad de Pérez Galdós.
En 2013, el Instituto Español de Oceanografía daba a conocer que en los fondos del Banco de La Concepción, una montaña submarina situada al norte de Lanzarote, había encontrado 15 dientes fósiles del mayor predador que han visto nunca los océanos, el megalodón, un escualo que triplica en dimensiones al tiburón blanco, con hasta 20 metros de longitud y 100 toneladas de peso (el tamaño de un autobús urbano articulado, pero tres veces más pesado).
‘Ese estudio del IEO aportaba la clave de por qué estaban aquí los grandes tiburones. Un tiburón tan grande tiene unas necesidades metabólicas enormes. No se alimentaban de pescaditos, sino que eran predadores preferenciales de mamíferos marinos’, explicó el paleontólogo Juan Francisco Betancor, primer firmante del artículo que ahora publica el CSIC.
Este investigador y sus colegas Alejandro Lomoschitz y Joaquín Meco han revisado tres de los grandes yacimientos del Plioceno que existen en Gran Canaria y Fuerteventura (Barranco Seco, Tamaraceite y Ajuy), algunos de ellos explorados ya a finales del siglo XIX, para intentar aportar más luz sobre cómo eran los ecosistemas marinos de Canarias en ese tiempo, sus protagonistas y su clima.
Han logrado documentar en ellos la presencia de dientes no solo del gran megalodón, sino de siete tiburones prehistóricos de inferior porte, pero que hoy rivalizarían en tamaño con el gran blanco: Parotodus benedeni, Cosmopolitodus hastalis, Isurus oxyrinchus, Carcharias cf. acutissima, Carcharhinus cf. leucas, Carcharhinus cf. priscus y Galeocerdo cf. aduncus.
La presencia de esos grandes tiburones y de otros tres peces propios de arrecifes coralinos confirma, entre otras cosas, que aquella Canarias, en la que solo estaban emergidas las islas más antiguas (básicamente Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote, y no enteras) poseía un clima mucho más caliente y lluvioso, con características en los mares y en tierra parecidas a las que existen hoy en el Caribe o el golfo de Guinea, explicó Betancort.