Durante la década de los setenta, un avión militar estadounidense reconvertido para la ciencia sobrevoló la Antártida enviando señales de radar contra el hielo. Querían perfilar el lecho rocoso, registrar los distintos estratos helados o determinar el grosor de la masa helada. Pero toda aquella información se guardó en la tecnología de la época, una película de 35 milímetros. Ahora, tras un arduo proceso de digitalización, los científicos han podido rastrear en el film el acelerado debilitamiento de uno de los mayores glaciares antárticos.
‘El objetivo original de la misión era obtener los primeros datos sobre el espesor del hielo del interior de la Antártida’, recuerda en un correo el director del Instituto Scott de Investigación Polar (SPRI) y coautor de la investigación actual con las películas, el profesor de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), Julian Dowdeswell. ‘Midieron el grosor del hielo usando un sistema de radar capaz de penetrar la capa helada casi cinco kilómetros’, añade.
Entre 1971 y 1979, el avión Hércules C-130 hizo tantas pasadas como para enviar y recoger la señal del radar a lo largo de 400.000 kilómetros lineales de una gran porción del este y el sur de la Antártida, en especial de la península antártica. Toda la información fue grabada en casi 1.000 rollos de película y acabó medio olvidada en los archivos del SPRI hasta que, hace unos años, el geofísico de la Universidad de Stanford, Dustin Schroeder, vio en estos datos de radar una ventana al pasado y futuro de las capas de hielo en el contexto del cambio climático.
‘Los diagramas de radar proporcionan un corte transversal vertical de la capa de hielo. Contienen información sobre las condiciones dentro y bajo la capa de hielo, así como la historia de su flujo’, explica Schroeder. Con el progresivo refinamiento de la tecnología para analizar estos datos, además del grosor de la capa de hielo, los registros de las películas desvelan montañas, volcanes y lagos bajo el hielo. Y, entre las capas heladas cenizas de erupciones del pasado o canales de agua que erosionan la masa sólida.
Aunque no era su finalidad inicial, estos rollos van a poder mejorar los cálculos hacia el futuro de los glaciólogos. ‘Es imposible elaborar modelos predictivos útiles de las respuestas de la capa de hielo al cambio climático sin tener información sobre su grosor o la forma del lecho rocoso’, recuerda Dowdeswell.
Los resultados preliminares del estudio del material ya digitalizado acaban de ser publicados en la revista PNAS. Proceden de las pasadas del avión sobre el glaciar Thwaites, un inmenso río de hielo con un frente de más de 150 kilómetros en su cabecera y un grosor de más de 1.200 metros en buena parte de su recorrido. El Thwaites, además, se está demostrando muy inestable y recientes estudios apuntan a que solo su deshielo está siendo responsable del 4% del aumento reciente del nivel del mar.
El nuevo estudio muestra que esta inestabilidad viene de lejos. Al comparar los datos del radar de los años setenta con las mediciones actuales por satélite, la porción flotante del glaciar Thwaites ha perdido hasta un tercio de su grosor entre 1978 y 2009, con una ratio de adelgazamiento de hasta 60 metros por década.
‘Thwaites es uno de los glaciares más dinámicos y potencialmente más inestable de la Antártida. Así que, entenderlo es clave para comprender la evolución futura y la aportación de la capa de hielo al nivel del mar’, recuerda Schroeder. Para ayudar en esa misión, están ofreciendo a la comunidad científica todos los rollos de película que están digitalizados y los muchos que aún quedan por estudiar.