Un suelo sano podría absorber todo el CO₂ atmosférico, pero su degradación avanza: iniciativas en Europa sobre agricultura regenerativa buscan recuperar tierras muertas y transformarlas en aliadas climáticas.
En un planeta donde se ha perdido un tercio de los suelos fértiles, agricultores, científicos y urbanistas europeos lideran proyectos para regenerar tierras degradadas.
Desde métodos de cultivo de humus en Austria hasta la renaturalización de minas contaminadas en Alemania, estas acciones combaten la erosión, almacenan carbono y reactivan ecosistemas. Con plazos de hasta 100 años, el desafío exige un cambio radical en el manejo de la tierra.
De la agricultura convencional a la producción de humus: el cambio de Josef Nagl
Josef Nagl, agricultor austriaco de décima generación en Estiria, abandonó el arado tradicional tras un accidente que le hizo replantear su legado. “Si seguía así, solo dejaría tierra muerta a mis hijos”, confiesa.
Ahora, con máquinas que labran superficialmente, evita dañar microorganismos y mezcla residuos de cosecha para alimentar el suelo.
Su método: “Dar más a la tierra de lo que se le quita”, priorizando la salud del suelo sobre los cultivos.
Mindloys: donde el hormigón cede paso a los espacios verdes con la agricultura sustentable
En esta localidad bávara, el alcalde Robert Bosch y el arquitecto Verna Alkevitz transforman una fábrica abandonada de 20 campos de fútbol en un modelo de urbanismo sostenible.
“Levantamos el hormigón para recuperar el suelo original“, explica Alkevitz. El proyecto incluye zonas verdes que absorben lluvias, reducen la temperatura urbana y capturan CO₂. Con financiación gubernamental, el plan demuestra que “reutilizar edificios es más eficaz que construir en nuevos terrenos“.
Ronneburg: biología vs. contaminación por uranio
En Turingia (Alemania), la microbióloga Erika Cote y el geocientífico Torsten Sheffa rehabilitan suelos envenenados por décadas de minería de uranio.
Mediante bacterias y plantas, fijan metales pesados en el suelo para evitar su propagación. “No eliminamos los contaminantes, pero los paralizamos”, aclara Sheffa.
Aunque el proceso tardará décadas, drones y análisis microbiológicos ya monitorean avances: alisos y sauces crecen donde antes solo había toxicidad.
Certificados de carbono: cuando el suelo se convierte en moneda
En la región ecológica de Kandorf (Austria), los agricultores reciben 30 euros por tonelada de CO₂ almacenada en sus tierras. Josef Nagl, por ejemplo, logró secuestrar 152 toneladas en sus campos, obteniendo 4.500 euros anuales.
Gueral Dundst, cofundador del proyecto, subraya: “Si toda Alemania adoptara la agricultura regenerativa, se compensarían las emisiones del transporte“. La iniciativa, vinculada al acuerdo internacional “4 por 1000”, busca aumentar el carbono del suelo un 0.4% anual.
Un legado para las próximas generaciones
La agricultura regenerativa no es una carrera, sino una maratón. En Estiria, los alumnos de la Academia del Humus aprenden que un suelo sano absorbe 150 litros de agua por hora y previene inundaciones.
Olaf Schnele, horticultor alemán, usa fermentos bacterianos inspirados en el sistema digestivo de las vacas para revitalizar tierras. Mientras, en Berlín, chefs estrella Michelin apuestan por sus cultivos regenerativos.
La regeneración de suelos por medio de la agricultura regenerativa ya no es una utopía, pero requiere financiación, educación y paciencia. Como resume Dundst: “Destruimos el humus en generaciones; no lo recuperaremos en dos años”. La tierra, testigo silencioso de nuestro pasado, podría ser la clave para un futuro habitable.