En plena tensión social por las protestas de los ‘chalecos amarillos’, el presidente francés, Emmanuel Macron, no cedió a la principal demanda de este movimiento (la congelación de las tasas al carburante), aunque se abrió a atenuarlas en función de las fluctuaciones del precio del petróleo.
Después de dos semanas de una serie de protestas promovidas por los ‘chalecos amarillos’ (algunas de ellas, como la del pasado sábado, salpicadas por escenas de violencia), el jefe de Estado dio un paso al frente para explicar cómo ese impuesto financia la transición energética.
‘Hay que construir un método para estar a salvo de las fluctuaciones del crudo. Deseo que en tres meses haya un método para que esta tasa sea más inteligente, dado que ahora es un poco ciega’, admitió Macron, visto por sus críticos como el ‘presidente de los ricos’ alejado de las necesidades de las clases medias y populares.
A pesar de que no aportó detalles acerca de cómo se calculará ese impuesto, que subió este año 7,6 céntimos por litro para el diesel y 3,9 céntimos para la gasolina, dijo que se organizará ‘una cita trimestral que mitigue el efecto de un aumento en los precios mundiales’ del petróleo.
Aunque ‘no cambiaremos de opinión, asumiendo nuestras convicciones’ ecologistas, agregó y descartó así aplicar una moratoria en la subida de esa tasa.