Las elefantas Pocha y Guillermina viajan al santuario de Brasil relajadas y en permanente contacto entre ellas

Más leídas

Madre e hija salieron de Mendoza el sábado en un enorme despliegue y operativo para llegar a un santuario de elefantes en Mato Grosso, Brasil. El viaje continúa tal como estaba planeado, y aseguraron que “las chicas” iban muy bien

Pocha y Guillermina, las elefantas madre e hija que jamás se separaron ni por un rato, viajan al santuario en el Mato Grosso, de Brasil, donde son llevadas para tener una mejor calidad de vida, en un espacio amplio en la naturaleza, con verde y horizonte. Además, podrán ser juntadas con otras elefantas, algo que nunca vivieron. Este lunes llegaron a Corrientes en perfecto estado.

Humberto Mingorance, secretario de Ambiente de Mendoza, indicó: “El estado de las elefantas es realmente muy bueno, viajan tranquilas y relajadas. Han podido descansar y dormir durante la noche y el equipo de traslado les brinda la atención necesaria de manera permanente. Estamos frente a un inmenso trabajo logístico coordinado que el mundo está presenciando, cuyo objetivo es muy claro: el bienestar animal”.

Las dos viajan en dos contenedores diferentes sobre un mismo camón. Una de ellas fue entrenada para que ingresara hacia atrás, mientras que la otra lo hizo de manera normal. Así, madre e hija salieron del Ecoparque sin perderse de vista, y en permanente contacto por medio de sus trompas. Se planeó así porque desde que nació Guille, hace 23 años, nunca se separaron.

Las elefantas llegaron a Corrientes, y esperan que este martes arriben a la frontera con Brasil, donde seguirán el viaje directamente con sus futuros cuidadores del santuario donde, aseguraron, vivirán en libertad y en un clima ideal para ellas, quienes no sufrirán nunca más del frío.

El viaje de las elefantas

La comitiva que viaja junto a Pocha y Guille, aseguró que en cada parada que realizan la gente de la zona los saluda, expresa su cariño para las elefantas y buenos deseos para su vida en libertad.

Leandro Fruitos, consejero del Ecoparque por parte de la Fundación Franz Weber, explicó que Pocha y Guillermina enamoraron a todas las personas que se las cruzaron en el camino. Aprovecharon para acercarse para mirarlas, acariciarlas y saludarlas: “Claramente llaman la atención, han sido muchísimas las muestras de cariño a lo largo de todo el camino y en cada estación de servicio donde paramos. Estamos muy contentos”.

Al igual que Mingorance, Fruitos sostuvo que Pocha y Guille van muy bien en su viaje hacia su nuevo hogar. Destacó que van muy tranquilas, al igual que lo estuvieron en el Ecoparque cuando subieron a los contenedores y comenzó la travesía. “Han podido comer, beber agua, tocarse sus trompas. Como las cajas van una al lado de la otra se pueden ver, se pueden oler, se pueden comunicar. Cada dos horas y media, o tres horas, vamos parando y verificando el estado de situación de ellas. El estado es muy bueno, van muy tranquilas, de hecho han podido dormir durante el viaje. Por la noche descansamos aproximadamente seis horas todo el equipo humano y ellas también, así viajan confortables”.

Además, los recintos en los que viajan tienen instaladas cámaras, y son monitoreadas de manera permanente durante todo el viaje para observar alguna eventualidad. Pero por el momento, todo va según lo planeado.

Por su parte, Mariana Caram, directora del Ecoparque, resaltó “la gran e invalorable colaboración del equipo de Ecoparque. Los cuidadores, el personal de mantenimiento y veterinarios especialmente designados, que en todo momento asumieron los retos de un emprendimiento de esta magnitud. También a los especialistas del Santuario de Brasil, y de la Fundación Franz Weber, gracias a quienes es posible que Pocha y Guillermina estén transitando su camino hacia una vida más digna, y hacia su libertad”.

El nuevo hogar de Pocha y Guillermina

Pocha ya tiene 57 años. Llegó al Zoológico de Mendoza cuando tenía apenas 3 años. Luego, se cruzó con Tami, un macho que hoy tiene 52 años, y en 1998 nació Guillermina, la única elefanta nacida en Mendoza. La pequeña, que ya tiene 23 años, no conoce ningún otro lugar que no sea el recinto en el que vivió toda su vida junto a su madre, de quien no se separa más que unos pocos metros.

El Santuario de Elefantes de Brasil comenzó a funcionar en el 2012 a partir de la alianza entre Elephant Voices y Scott Blais, cofundador de The Elephant Sanctuary en Tennessee, Estados Unidos. Es una organización sin fines de lucro que ayuda a transformar las vidas y el futuro de los elefantes cautivos en América del Sur.

A pesar de las dudas que se generaron en el último tiempo, el santuario obtuvo la habilitación de operación por parte del Gobierno brasileño en 2018 y también certificó estándares de excelencia por parte de The Global Federation of Animal Sanctuaries, convirtiéndose en la única institución latinoamericana con este prestigioso aval.

El santuario presenta un espacio apropiado para la especie, ya que cuenta con recintos completamente naturales con matorrales y áreas abiertas cubiertas de vegetación. Cada recinto tiene dimensiones muy amplias, de entre 40 y 400 hectáreas cada uno. Allí, se les proveen dietas excepcionales a los animales y tienen atención veterinaria de alta calidad durante toda su vida.

Últimas noticias

Cocina solar, la alternativa amigable con el medioambiente

Cocinar sin necesidad de leña o gas, ya es posible, gracias a la energía solar. Así es, cada vez...

Noticias relacionadas