Se sabe que la producción de alimentos en general genera emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que impulsan el cambio climático. Sin embargo, existen alimentos “carbono-negativos” que, precisamente, colaboran en revertir este efecto.
Se trata de aquellos productos que eliminan del aire más GEI de los que emiten. Es decir, dejan el clima mejor de lo que lo encontraron. Cuáles son.
Alimentos carbono-negativos: qué efecto generan
Las emisiones de GEI proceden de cientos de fuentes distintas, así como lo son como las industrias que queman combustible: la fabricación de fertilizantes y las bacterias provenientes de la ganadería.
En total, la producción de alimentos contribuye con una cuarta parte de las emisiones causadas por el hombre.
Sin embargo, hay algunos alimentos que eliminan del aire más gases de los que emiten, por lo que se los conoce como alimentos “carbono-negativos”.
Producir y consumir más de estos alimentos podría ayudar a reducir el impacto de carbono de la alimentación humana y, en algunos casos, a restaurar los ecosistemas en el proceso.
Cuando las plantas crecen, toman dióxido de carbono (CO2) del aire, pero cuando los humanos (o los animales) las metabolizamos, este CO2 suele volver directamente a la atmósfera.
Sin embargo, debido a las continuas emisiones, se requiere eliminar permanentemente el carbono de la atmósfera, almacenándolo en las profundidades del mar, en las rocas, en el suelo o en los árboles.
Y hay algunos productos alimenticios y prácticas de producción que lo consiguen. Incluso es posible hacer que toda una dieta sea carbono-negativa.
Dieta carbono-negativa: qué alimentos sumar
Algunos productos se distinguen por generar este efecto en su producción. Entre ellos:
1. Quelpos (laminariales)
Son macroalgas que absorben CO2. Algunas partes de estas algas se desprenden y descienden al fondo del océano, donde se almacena parte de ese carbono.
Estas cantidades, según reporta BBC, son relativamente pequeñas por kilogramo de algas, por lo que para que los alimentos a base de algas sean carbono-negativos, la cadena de suministro tiene que ser muy eficiente en cuanto al carbono, con un mínimo de transporte, envasado y procesamiento.
Por lo tanto, los quelpos de origen local pueden aplicar a esta categoría.
2. Productos bacterianos
Las metanotróficas son un grupo de bacterias que se encuentran en diversos entornos y que consumen metano para obtener energía.
Esto es muy útil porque el metano es un potente gas de efecto invernadero, y cada kilogramo provoca un calentamiento 30 veces superior al del CO2 en una escala temporal de 100 años.
Al ingerir estas bacterias, las metabolizamos, y liberamos CO2. Por tanto, comer productos que contengan estas bacterias convertiría un potente gas de efecto invernadero (metano) en otro mucho menos potente (CO2).
Es muy probable que los productos derivados de estas bacterias, como las proteínas en polvo o los sustitutos de la carne, sean carbono-negativos, aunque todavía no se consiguen.
3. Vegetales: arándanos y apio
En las turberas húmedas, el carbono orgánico puede acumularse más rápido de lo que se descompone. Allí pueden cultivarse algunos productos, como distintos tipos de arándanos y apio.
Por lo tanto, los alimentos cultivados de este modo tienen el potencial de ser carbono-negativos.
Este no suele ser el caso de los arándanos frescos, que a menudo se envasan en plástico y se transportan por avión. Aunque existen productos de turbera con emisiones negativas de carbono, por el momento son muy raros y difíciles de encontrar en las tiendas.
4. Frutos secos, aceitunas y cítricos
Plantar árboles en tierras de cultivo almacena carbono. Teniendo en cuenta toda la cadena de suministro, el típico producto de frutos secos que se compra hoy en locales elimina alrededor de 1,3 kg de CO2 por kg.
Estas absorciones duran hasta que los árboles alcanzan la madurez, normalmente a los 20 años.
Si los árboles se utilizan para fabricar productos de madera duraderos al final de su vida útil, este carbono puede permanecer almacenado durante mucho más tiempo.
5. Alimentos cultivados de forma regenerativa
Muchas prácticas regenerativas, como no labrar el suelo o plantar setos, pueden aumentar la cantidad de carbono almacenado en el suelo o en la vegetación.
Algunas empresas con cadenas de suministro eficientes en carbono afirman ya haber convertido sus productos en carbono-negativos. La cervecera londinense Gipsy Hill, por ejemplo, dice que produce cerveza carbono negativa, y utilizó una sólida evaluación del ciclo de vida que lo avala.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que en el caso de los alimentos con altas emisiones, como la carne vacuna, las investigaciones demostraron que es poco probable que las prácticas regenerativas logren una completa negatividad de carbono.
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