Sustituir poco a poco el petróleo por la energía eléctrica en el transporte público es la apuesta de Uruguay, que actualmente evalúa el rendimiento y los costos de incorporar esa tecnología. Las pruebas indican que el autobús eléctrico puede disminuir entre seis y ocho veces el costo de funcionamiento de un modelo a diésel.
Desde hace dos años, se analizan los beneficios de los vehículos eléctricos para sumarlos a la flota del transporte público de Montevideo, donde viven la mitad de los 3,3 millones de habitantes de este país.
A fines de 2013 se realizaron pruebas de rendimiento y autonomía de un automóvil modelo E6 y de un autobús K9 de la empresa china BYD. El análisis económico del rendimiento de los vehículos eléctricos, realizado por la Intendencia (alcaldía) de Montevideo, dio resultados positivos. Pero se advierte que hay que diseñar mecanismos para sortear la inversión inicial y redefinir el alcance de subsidios e impuestos.
El gasto energético es seis veces menor en el motor eléctrico respecto del motor diésel. Pero 65 por ciento del gasto de los autobuses con este combustible fósil es subsidiado por el Estado, así que para los empresarios no resulta rentable cambiar a la electricidad, si no se modifican los subsidios.
La iniciativa se integra en la política energética uruguaya, que pretende que desde el año próximo la mitad de su matriz energética se componga de fuentes renovables, con gran presencia de la eólica.
Estos vehículos funcionan con un banco de baterías de litio y fosfato de hierro, una tecnología biodegradable que no incluye metales pesados. El auto y el ómnibus tienen una autonomía por carga de 300 y 250 kilómetros respectivamente.
Se cargan en una red eléctrica que debe tener una potencia de 10 kilovatios/hora, cuando la de los hogares uruguayos oscila de dos a seis kilovatios/hora.