El gobierno australiano acaba de aprobar la construcción de la mayor planta termosolar del mundo: un monstruo con una potencia 150 megavatios que será construido en Port Augusta, en Australia Meridional.
Es cierto que, durante los últimos años, la apuesta por las energías renovables está siendo muy potente en Australia. Pero la planta de Port Augusta dista mucho de ser un capricho político: la inversión de 510 millones de dólares está muy por debajo del costo estimado que tendría una nueva central de carbón con una capacidad similar.
‘La importancia de la generación termosolar reside en su capacidad de proporcionar energía virtualmente a demanda mediante el uso de almacenamiento de energía térmica’, explicó Wasim Saman, de la Universidad de Australia del Sur.
Esto es importante. Las plantas fotovoltaicas convierten la luz solar directamente en energía. El problema es que la energía eléctrica, como el pescado, se conserva mal. Aquí en Xataka seguimos de cerca los avances en baterías, pero la verdad es que nuestra capacidad de almacenar energía con las redes eléctricas actuales es muy limitada.
Ahí es donde las plantas solares térmicas pueden marcar la diferencia. Estas plantas usan espejos para concentrar la luz en un sistema de calefacción. Gracias al calor almacenado en el sistema de sal fundida, se calienta agua para generar energía gracias a turbinas de vapor.
Según las previsiones, Port Augusta podrá seguir generando energía ocho horas después de que el sol haya caído. Se busca, a medio plazo, conseguir completar el ciclo diario de tal forma que la producción energética no se vea alterada por la duración de los días.