Científicos de la Universidad de York han dado un paso significativo en la búsqueda de desarrollar biocombustibles eficaces de segunda generación.
Los investigadores, en su mayoría del Departamento de Química, han descubierto una familia de enzimas que pueden degradar biomasa “difícil de digerir” en sus azúcares constituyentes.
Según publicó Nature Chemical Biology, la nueva investigación, dirigida por Paul Walton, Gideon Davies (Universidad de York) y Bernie Henrissat (Université Aix-Marseille), abre nuevas e importantes posibilidades en la producción de bioetanol a partir de fuentes sostenibles.
Los biocombustibles de primera generación han tenido un impacto en la búsqueda de fuentes de energía renovables y seguras, en particular, a través de la producción de bioetanol a partir de fuentes alimenticias, tales como almidón de maíz. Pero la necesidad de cultivos energéticos suponen un problema al ocupar valiosas tierras cultivables, amenazando la estabilidad en los precios de los alimentos y limitando la cantidad de biocombustible producido de esta manera.
El uso de, por ejemplo, tallos de plantas, astillas, residuos de cartón, conchas de crustáceos, etc, ofrece una solución potencial. El combustible a partir de estas fuentes se conoce como biocombustibles de segunda generación.
Encontrar una manera de romper estas fuentes en sus azúcares constituyentes para que puedan ser fermentados por medio de bioetanol es considerado como el “Santo Grial“ de la investigación de biocombustibles.
Mediante el estudio de los orígenes biológicos y químicos de la familia de enzimas, los investigadores han podido demostrar que la naturaleza tiene una amplia gama de métodos para degradar biomasa y que la humanidad puede ahora aprovechar en su propio beneficio para producir biocombustibles sostenibles.