China quiere explotar la Luna como fuente de energía para la Tierra. Su intención es utilizar un extraño isótopo de helio (Helio-3) existente en el satélite y que, según los científicos, podría satisfacer la demanda global de energía del planeta en el futuro.
Concretamente, el científico jefe del Programa de Exploración Lunar de China, Ouyang Ziyuan, detalló a The Times que la fusión nuclear del Helio-3, que se produce en la Luna por los vientos solares, podría ‘resolver la demanda de energía durante 10.000 años, por lo menos’.
En este sentido, los expertos señalan que la cantidad de esta nueva fuente de energía que podría transportar un transbordador espacial permitiría ‘alimentar’ a Estados Unidos durante un año al ritmo actual de consumo energético.
Y para lograr este extraño isótopo, China necesitaría practicar la minería en el satélite en una zona del tamaño, aproximado, de la ciudad de Washington D.C.
Los científicos han explicado que este isótopo es tan raro en la Tierra porque la atmósfera y el campo magnético impiden que llegue a la superficie. Sin embargo, la Luna no tiene este problema ya que no tiene capas a evitar y el Helio-3 puede ser absorbido por su suelo.
El experto Fabrizio Bozzato ha publicado recientemente un trabajo en el que determina que el Helio-3 puede ser extraído mediante el calentamiento del polvo lunar a unos 600°C, antes de traerlo de vuelta a la Tierra. El gas, según sus cálculos, tiene un valor económico potencial de más de 2.000 millones de euros la tonelada, por lo que, a su juicio, la minería en el satélite sería ‘completamente viable’.
En cuanto al coste de la misión, científicos estadounidenses han estimado que, el desarrollo de la fusión, el desarrollo de cohetes y el inicio de las operaciones supondría un coste de unos 15 millones de euros a lo largo de dos décadas.
Pero China tiene también que enfrentarse al Tratado del Espacio Exterior de las Naciones Unidas, que ha firmado, y que sugiere que los recursos lunares son para toda la humanidad. Aún así, los expertos apuntan a que el lenguaje es lo suficientemente ambiguo como para permitir la explotación comercial de la Luna.