La IEA incluyó esta consideración en uno de sus últimos informes y ahora esta energía recibió otro voto de confianza:
El Consejo Internacional de la Energía Eólica presentó una publicación en la que se predice la posición de la industria de la energía eólica en los años futuros. Además, las evaluaciones a largo plazo son también contundentes.
De hecho, la GWEC considera que dentro de diez años el viento podría abastecer una décima parte de los requerimientos de la energía mundial. Y en veinte años, ese número podría duplicarse.
El informe, que analiza una gran cantidad de escenarios diferentes para el desarrollo de la industria y los niveles de demanda de electricidad proyectados, predice que la capacidad de la industria podría aumentar cuatro veces más – desde los 240 GW de fines del año pasado hasta los 1.100 GW en el 2020 – abasteciendo entre el 11,7% y el 12,6% de la electricidad mundial y ahorrando alrededor de 1.700 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono.
El informe también destaca que “en escenarios menos ambiciosos”, observaremos un crecimiento de 759 GW o un 8,3% de aumento en el abastecimiento de la energía mundial. Durante la década siguiente, sin embargo, y debido a que la energía limpia es un servicio de política medioambiental garantizada y “estable”, se podría observar un nuevo incremento que llegaría a los 1.600 GW o incluso hasta los 2.500 GW de capacidad instalada para el 2030.
Y eso, amigos míos, superaría ampliamente la meta del 20%, junto con la trayectoria que necesitamos establecer para evitar los impactos nocivos del cambio climático. La clave para vivir el sueño de la energía limpia es justamente una política medioambiental estable como la que mencionamos más arriba.
Y esa política incluye subsidios continuos para la producción de energías limpias, un precio para el carbono y una regulación más severa para la contaminación. Por el momento, aquí, en los Estados Unidos, no contamos con ninguna de esas opciones.