Las energías renovables dejaron hace tiempo de ser las energías del futuro para protagonizar la actual tendencia energética de muchos países. El crecimiento de la demanda, los recursos fósiles escasos y de precios volátiles, y la concienciación sobre el cuidado del medio ambiente han propiciado la apuesta por fuentes de energía limpia.
Las energías renovables permiten una mayor resiliencia al cambio climático y más independencia energética.
Uruguay, que en 10 años ha conseguido ser un ejemplo perfecto en el cambio de matriz energética, lidera el uso de energías renovables en Sudamérica. China no sólo encabeza la implantación de estas energías limpias a nivel mundial, sino que, favorecido por su demanda interna, se ha convertido en el mayor productor y exportador de tecnología de renovables.
Parece imposible comparar al gigante asiático de 1.300 millones de personas y un Producto Interno Bruto de US$ 11,2 trillones, un 15% de la economía global, con el pequeño país sudamericano de 3,4 millones de habitantes y un PIB de US$ 52,4 billones en el mismo año.
Sin embargo, ambos comparten una estrategia común que les acerca: su decidida apuesta por las energías renovables.
El potente ejemplo de Uruguay y la relevancia de China, como generador y consumidor de energía, convierte a ambos países en referencias para el futuro de estas fuentes de energía limpia.
Una referencia relevante porque es una energía llamada a cubrir el aumento de demanda energética en los próximos años. La Agencia Internacional de la Energía estima que la demanda aumentará un 30% desde hoy hasta 2040, lo que equivale a añadir otro China e India a la demanda energética mundial, y lo hará sobre todo en los países emergentes.
Para ese año, la IEA prevé que las energías renovables sean las responsables de un 40% del total de la electricidad generada, mientras que el carbón, que en estos momentos contribuye con un 67% de generación, caerá hasta un 40% en el mismo periodo de tiempo.
Tanto, que un tercio de la capacidad mundial de energía generada a través del viento y el sol está instalada en China, que es también responsable del 40% de la inversión global en coches eléctricos como parte de su apuesta por el desarrollo de tecnologías menos contaminantes.
El gigante asiático, por tanto, ha entrado en una nueva fase de su desarrollo económico. De hecho, el presidente chino, Xi Jinping, hizo un llamamiento a la ‘revolución energética’ en su discurso de principios de este año en el Foro Económico Mundial en Davos.
Habló también de la ‘lucha contra la contaminación’, y resaltó que la transición hacia un modelo económico, basado más en servicios, está guiando al sector energético chino en una nueva dirección: electricidad generada a partir de gas natural y tecnologías limpias altamente eficientes.