Una capital, reconocida como ciudad verde, que convierte residuos en energía, prioriza las bicicletas y diseña el futuro con arquitectura audaz
Copenhague, la capital danesa, reescribe las reglas del urbanismo con proyectos que fusionan sostenibilidad, innovación y calidad de vida.
Desde una pista de esquí construida sobre una planta incineradora de residuos hasta huertos urbanos en azoteas, la ciudad avanza hacia su meta de ser la primera capital climáticamente neutra del mundo. Con un 60% de desplazamientos diarios en bicicleta, infraestructuras verdes y polémicos megaproyectos, esta metrópolis de 1.3 millones de habitantes demuestra que la ecología y el hedonismo urbano pueden coexistir.
CopenHill: esquí sobre una planta de incineración
Inaugurada en 2017, CopenHill es el símbolo más icónico de esta transformación. Esta instalación quema 70 toneladas de residuos por hora –provenientes de 300 camiones diarios– para generar electricidad y calefacción, mientras su techo alberga una pista de esquí de 500 metros. “Normalmente estas plantas están aisladas, pero queremos que los ciudadanos vean cómo convertimos problemas en soluciones“, explica un portavoz. El diseño del arquitecto Viar Que Ingel incluye un ascensor de cristal con vistas al interior de la incineradora y muros escalables, atrayendo tanto a esquiadores como a turistas.
Movilidad sostenible: el reinado de la bicicleta
El 60% de los habitantes usa la bicicleta a diario, gracias a una red de 500 km de carriles. “Aquí todos pedalean: médicos, políticos, niños. Si haces que sea la opción más rápida, la gente la elige”, afirma Mikael Colville-Andersen, experto en movilidad urbana. La ciudad invirtió 300 millones de euros en la última década para ampliar infraestructuras ciclistas, aunque ahora enfrenta un nuevo desafío: “Debemos crear más aparcamientos para bicis, incluso sobre vías férreas”, advierte un planificador.
Basura que se transforma en energía y la ciudad verde genera conciencia
La iniciativa Green Kayak combina ocio y activismo: cualquiera puede navegar gratis en kayak si recolecta basura de los canales. “Hemos retirado 94 toneladas de residuos con 60,000 voluntarios”, celebra uno de sus fundadores. Mientras, en la industria de la moda, diseñadores como Sigurd Bank impulsan el suprareciclaje, creando prendas premium con desechos textiles. “Comprar menos es clave, aunque suene contradictorio viniendo de un diseñador”, admite.
Agricultura urbana: huertos en altura y naves de cultivo
En el tejado de un garaje, ØsterGro –el primer huerto urbano sobre azotea en Dinamarca– cultiva alimentos ecológicos en 600 m². “Queremos reconectar a los urbanitas con la naturaleza“, explica Livia Banu Schønnemann, cofundadora del proyecto. A mayor escala, Anders Riemann opera la mayor granja interior de Europa: 14 niveles de cultivo que producen 210 veces más lechugas que un campo tradicional. “Así liberamos tierras para reforestar“, argumenta.
Lynetteholm: la isla artificial que divide opiniones
El proyecto más polémico es Lynetteholm, una isla artificial de 3 km² que albergará a 35,000 personas y protegerá la costa de inundaciones. Aunque sus promotores destacan que usará 100 millones de toneladas de tierra sobrante de construcciones, críticos como Colville-Andersen alertan: “Destruirá la biodiversidad marina y empeorará la calidad del agua del Báltico“. La obra, prevista para 2070, refleja el dilema entre crecimiento urbano y preservación ambiental.
Ciudad verde: un Modelo que inspira al mundo
Copenhague, la ciudad verde demuestra que la sostenibilidad no es sacrificio, sino un rediseño radical de la vida urbana. Con un enfoque que integra energía circular, movilidad activa y agricultura hiperlocal, la ciudad atrae a urbanistas globales. “Aquí cada proyecto debe mejorar la vida cotidiana“, resume Camila Fandals, arquitecta municipal desde 2019. Mientras debates como el de Lynetteholm siguen abiertos, la capital danesa sigue pedalizando hacia su futuro verde.
