Bolivia enfrenta una grave crisis climática tras semanas de intensas lluvias, que ya han dejado 55 personas fallecidas, ocho desaparecidas y más de 500.000 familias afectadas.
Según el viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes, las cifras oficiales indican que 419.628 familias se encuentran afectadas y 90.529 han sido declaradas damnificadas. Los daños se extienden a 252 municipios, de los cuales 127 están en situación de desastre y 25 en emergencia.
La magnitud de las lluvias ha causado destrucción de viviendas, caminos y comunidades enteras que permanecen aisladas. Los departamentos más afectados son Beni, Oruro y Chuquisaca, que se han declarado en desastre, mientras que La Paz y Santa Cruz están bajo emergencia.
Las autoridades han advertido que las lluvias continuarán durante abril, según el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), lo que aumenta la posibilidad de nuevos desbordes de ríos.
Respuesta del gobierno por las intensas lluvias: ayuda humanitaria y reconstrucción
Frente a esta situación crítica, el Gobierno boliviano ha destinado 122 millones de bolivianos (más de 17 millones de dólares) para atender a las comunidades afectadas y avanzar con la reconstrucción de infraestructuras dañadas.
Además, se han desplegado brigadas médicas en las zonas más impactadas: en Beni se brindaron 2.295 atenciones, en La Paz 997 y en Santa Cruz 349. Entre las afecciones más comunes se encuentran resfríos, diarreas, laringitis, micosis y cefaleas, vinculadas a las duras condiciones creadas por el temporal.
Desde el pasado 26 de marzo, Bolivia declaró la emergencia nacional, una medida que facilita el acceso a apoyo internacional y permite asignar recursos de manera más ágil a las regiones críticas.
En este marco, se ha activado el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, que desde noviembre ha intervenido en 70 emergencias climáticas, desplegando 4.078 agentes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea para realizar labores de rescate, entrega de víveres y apoyo logístico.
Hasta el momento, se han entregado 3 millones de bolivianos (aproximadamente 431.000 dólares) en ayuda humanitaria. Se han comprometido 31 millones adicionales (4,4 millones de dólares) para el alquiler de maquinaria pesada destinada a despejar rutas y asistir a las zonas más comprometidas.
Además, se está reacondicionando un barco hospital que tendrá la capacidad de trasladar 40 toneladas de insumos por río hacia las comunidades del Beni, donde las inundaciones han vuelto inaccesibles las vías terrestres y aéreas.
Perspectivas y retos
El impacto del desastre es profundo y exige una respuesta sostenida tanto en términos de atención humanitaria como de reconstrucción a largo plazo.
Las inundaciones han evidenciado la vulnerabilidad de las infraestructuras en muchas áreas del país. Esto subraya la necesidad de medidas preventivas para minimizar los efectos de futuros fenómenos climáticos.
Con las lluvias aún amenazando a Bolivia, el camino hacia la recuperación será un desafío que requerirá la colaboración de diferentes sectores y el apoyo internacional para proteger a las comunidades afectadas y restablecer la normalidad en las regiones más golpeadas.
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