Los alemanes, ciudadanos habitualmente ansiosos de sol, empiezan a alarmarse ante las altas temperaturas de esta primavera, mientras los meteorólogos pronostican ya otro verano de sequía extrema y crece el temor por el futuro de sus bosques.
Las imágenes de alemanes al sol, en pleno abril, a 26 grados centígrados y en su propio país -no en uno de sus destinos vacacionales preferidos del Mediterráneo- fue el lado hermoso de la moneda durante el receso vacacional de Semana Santa.
Menos hermosos fueron este miércoles los pronósticos del Servicio Alemán de Meteorología (DWD), que prevén otro verano de sequía extrema, tras haberse batido el año pasado máximas récord -de 38,9 grados centígrados- y de haber vivido un invierno benigno.
El déficit en precipitaciones caídas el año pasado se estima en 200 o hasta 300 litros por metro cuadrado, según ese departamento, lo que ha dejado el suelo reseco, de modo que aunque llueva copiosamente en los próximas semanas no alcanzará para la regeneración del subsuelo.