California combate el fuego con fuego para proteger sus gigantes secuoyas

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Con el aumento de los agresivos y abrasadores incendios en California, la preservación del “Bosque Gigante”, hogar de las colosales secuoyas en Estados Unidos, parece arrojar una clave: combatir el fuego con más fuego.

“Parece un poco extraño decir esto pero, en realidad no ha habido suficiente fuego en California por un siglo”, dice Rebecca Miller, investigadora de la Universidad del Sur de California, de Los Ángeles.
“Durante buena parte del siglo XX se impedía el uso del fuego para evitar incendios en California porque se creía erróneamente que era malo para el medio ambiente”, agrega Miller.

Las quemas controladas tienen por objetivo limpiar los bosques y reducir vegetación que en el terreno es combustible para las llamas.

La práctica fue clave para proteger la semana pasada al “Bosque Gigante”, hogar del General Sherman, que con un diámetro de 11 metros y 83 metros de altura es el árbol más voluminoso del mundo, afirma Mark Garrett, uno de los portavoces del incendio KNP Complex que continúa activo.

Las milenarias secuoyas exhiben cicatrices de incendios pasados. El fuego, parte del ciclo natural de los bosques, calienta sus cortezas, de hasta un metro de espesor, de donde brotan sus semillas, ayudando a su reproducción.

Pero pueden ser arrasadas por las descomunales llamas de las cada vez más prolongadas y agresivas temporadas de incendios de California, a consecuencia del cambio climático que tornó más caluroso y seco al oeste de Estados Unidos.

Unas diez mil secuoyas fueron carbonizadas el año pasado.

Y la de este año se perfila a ser la peor temporada de la historia del Estado.
Las llamas del KNP Complex llegaron la semana pasada a unos 40 metros del árbol General Sherman, que se estima tiene unos 2.200 años. Por precaución, su base fue cubierta con láminas cortafuego.

Garrett dice que fue la primera vez que un incendio no controlado llegó tan cerca de la mítica secuoya.

Pero gracias a las quemas controladas, el fuego no encontró mucho combustible y perdió intensidad, dice el portavoz que ve necesario aumentar la escala. “Es la mejor herramienta que tenemos”.

“Estamos viendo cosas que no habíamos visto antes como estos árboles de casi 90 metros de altura muriendo porque los pequeños árboles alrededor llevan el fuego a sus copas. El desafío en la Sierra Nevada son los millones de acres que no han sido tratados”.

Pero la práctica de quemas controladas genera debate.
“No es una estrategia efectiva y se exagera con eso”, dice el ecologista George Wuerthner.

Él sostiene que la quema controlada exige periodicidad. “Y como no podemos rehacer todo el paisaje con tanta frecuencia, es medio engañoso sugerir que es una panacea para prevenir grandes incendios”.

Subraya además que en condiciones climáticas extremas el fuego puede salirse de control, y que el impacto del humo debe ser considerado.
Para Andy Stahl, exfuncionario del servicio forestal, “el mayor desafío es el costo”.

“Estamos hablando de millones de dólares, miles de millones. Y no es que lo haces una vez cada 100 años. Tienes que volver en cinco o diez años, y hacerlo de nuevo”, dice Stahl, director ejecutivo de la FSEEE, una organización enfocada en el manejo ético de los bosques.

“Por ello, nadie en el oeste de Estados Unidos está realizando una cantidad significativa de quemas controladas que marque diferencia cuando se trata de controlar incendios”. Excepto en el Parque Nacional de las Secuoyas.

Stahl explica que esto es posible “porque es un parque pequeño y los acres que se han quemado son los que están en torno a estos irreemplazables árboles de miles de años. Entonces podemos hacerlo”.

Para los dueños de tierras, abrazar la práctica genera temor debido a las implicaciones legales y económicas de provocar un incendio que alcance otras propiedades, explica Rebeca Miller, pero afirma que la solución pasa por continuar avanzando en un marco legal que atienda estos desafíos.
Desde el terreno, Garrett lo ve urgente.

“Necesitamos más dinero y más gente. Esto tiene que hacerse, en las montañas y en las tierras federales, y en las privadas. Tienen que arder”.

Garrett ve además otro motivo para aumentar esta práctica: “No tenemos muchas secuoyas nuevas en el Bosque Gigante porque no ha habido tantos incendios [controlados]. Necesitamos la nueva generación que irá a reemplazar al General Sherman en 2.000 años”.

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