Ciudad de Buenos Aires: los niveles de ruido son cada vez más altos

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Vivir en Buenos Aires es ensordecedor y enfermante. Los promedios en los niveles de ruido que se soportan durante el día y la noche superan los límites establecidos como tolerables por las agencias internacionales y con ellos el peligro de padecer pérdida auditiva, alteraciones del sueño, estrés y hasta favorecer infartos. Todo indica que las políticas para combatir este problema siguen en deuda.

 
Las mediciones oficiales indican que en el 86% de las estaciones de medición se supera el valor diurno de 70 dB, mientras que en el 50% se supera el valor diurno de los 75 dB. Como para darse una idea de lo que significa el nivel de sonido que se soporta diariamente, una conversación puede alcanzar hasta 40 dB, mientras que estar expuesto a 70dB equivaldría a estar al lado del sonido de una aspiradora mientras uno, por ejemplo, va caminando.
 
Los lugares con mayor contaminación acústica son, en general, puntos cruzados por alguna avenida. Por caso, Santa Fe al 1400 o al 3200 están al tope del ranking, junto con la avenida Rivadavia, a dos cuadras del parque Rivadavia. Muy cerca de esos puntos está la esquina de Cabildo y Juramento, en Belgrano, que no baja el nivel de ruido ni siquiera de noche.
 
El tránsito, en especial el transporte público automotor, es el mayor generador de ruidos. Según las autoridades, es un tema pendiente de resolución al que hay que atacar desde varios frentes. Este mapa de ruido preliminar ayudará, indicaron en la Agencia de Protección Ambiental (APRA), a diseñar las políticas para que podamos tener una vida más saludable.
 
‘El nivel de ruido en la esquina de Cabildo y Juramento supera largamente (en todos los indicadores y dscriptores calculados) los niveles medidos en el aeroparque Jorge Newbery, en una tejeduría textil y en la sala de máquinas de una industria de esta ciudad’, dice en el apartado de conclusiones la investigación realizada por el Centro de Investigación en Ingeniería Sustentable (CIIS) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Palermo.
 
Mónica López Sardi, directora de ese grupo de investigación apuntó: ‘Cabe recordar que la ordenanza de 1983 establecía el límite en 45 decibeles. La nueva ley [de 2004] actualizó esos valores porque la ciudad se volvió más ruidosa. Sin embargo, la falta de controles y de renovación del parque automotor hace que el problema esté estancado’. La ley 1540 establece como límite 65 dB para el día en zonas residenciales y hasta 70 en zonas comerciales.
 
En la APRA, en tanto, mencionan algunos cambios en la movilidad como un avance en la materia. Sin embargo, López Sardi lo relativiza: ‘Si movemos todo el tránsito a otras calles, lo que hacemos es correr el problema. Hay que controlar cada uno de los colectivos que circulan en la ciudad de Buenos Aires. Hacer que todos los autos cumplan también con la normativa y que los generadores de ruido que están estáticos también se ajusten a ella’.
 
Según la OMS, los sonidos por encima de los 70 decibeles (dB) ya resultan molestos, y si superan los 90 dB, se vuelven dañinos. Como para darse una idea del problema, el promedio en la Capital está entre 70 y 75 dB. Y lo más preocupante es que casi no hay diferencias entre los ruidos durante el día y la noche.
 
Hace 30 años, el nivel acústico en las calles de la ciudad de Buenos Aires estaba entre los 50 y los 60 dB. El aumento en tres decibeles de un sonido representa para el oído humano el doble de volumen.
 
Juan Carlos Villalonga, titular de la APRA sostuvo: ‘Hay que reconocer que es un problema que se arrastra hace años. No sólo tenemos el problema de pensar cómo se baja el nivel de ruido, sino que se suma el problema de dónde se hacen espectáculos públicos reiterados porque no se respetan los horarios ni los niveles de sonido. Desde la Agencia primero vamos a terminar el mapa porque esto nos va a permitir decidir por dónde comenzar’.
 
El reporte realizado por el GIIS hace algunas recomendaciones respecto de la solución de este contaminante ambiental. Además de los controles por parte del Gobierno, suma la planificación inteligente de las ciudades y la educación como una acción proactiva individual.
 
‘Todo lo que sirva para mitigar los ruidos, como sumar áreas verdes, sirve, pero también hay que trabajar en las conductas del tránsito, de los comercios. Hay varios frentes que atacar’, agregó Villalonga.
 
Cabe recordar que existe un fallo judicial que AUSA debe cumplir en la autopista 25 de Mayo ante la presentación de un vecino, Pedro Barragán, que obliga a tomar medidas para mitigar el ruido que genera el paso de los autos por su casa. La última presentación ante la justicia contravencional no incluyó un plan para solucionar el problema. El amparo presentado por Barragán data de 2001.
 
Laura Rocha
La Nación

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