Contaminación del aire: el ranking de los pocos países que cumplen con la OMS

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Solo 7 de los 127 países del mundo analizados por la compañía suiza de IQAir cumplieron en 2023 con los nuevos límites de seguridad establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para las partículas en suspensión de menos de 2,5 micras de diámetro (conocidas como PM₂,₅) que contaminan el aire.

Estas partículas vinculadas en parte a los combustibles fósiles y que están relacionadas con alrededor de un millón de muertes prematuras cada año en el mundo.

Los siete países que sí están ya por debajo del máximo de la OMS, fijado en una media anual de cinco microgramos por metro cúbico (µg/m3), son Australia, Estonia, Finlandia, Granada, Islandia, Mauricio y Nueva Zelanda.

En el extremo opuesto, respecto a la contaminación del aire debido a la presencia de estas pequeñas partículas en suspensión, están Bangladés, que supera en más de 15 veces lo aconsejado por la OMS, Pakistán (14 veces más) e India (10 veces más). Le siguen Tayikistán, Burkina Faso, Irak y Emiratos Árabes Unidos, todos ellos exceden en entre 8,5 y 10 veces los máximos para este tipo de partículas.

Países sin monitoreo

Los autores destacan que el número de países y regiones con monitoreo ha ido aumentando constantemente en los últimos seis años, pero siguen existiendo brechas significativas. Por ejemplo, África sigue siendo el continente menos representado: un tercio de la población aún carece de acceso a datos sobre la contaminación del aire.

“Un medio ambiente limpio, saludable y sostenible es un derecho humano universal. En muchas partes del mundo, la falta de datos retrasa la adopción de medidas decisivas y perpetúa el sufrimiento humano innecesario. Los datos sobre la calidad del aire salvan vidas”, sostiene a través de un comunicado Frank Hammes, consejero delegado global de IQAir.

Como explican los expertos que han elaborado estos informes, las PM₂,₅ se originan por una gran variedad de fuentes, y entre los componentes más comunes están los sulfatos, carbono negro, nitratos y amonio.

Entre las fuentes vinculadas al ser humano, destacan los motores de combustión, los procesos industriales, la generación de energía, la quema de madera, las actividades agrícolas y la construcción. En el caso de las fuentes naturales se incluyen las tormentas de arena, los incendios forestales y las intrusiones de polvo.

Los autores resaltan las vinculaciones entre el cambio climático y la contaminación por partículas PM₂,₅. “En muchas regiones, los eventos de contaminación intensa coinciden con el calor extremo, exacerbado por eventos de estancamiento del aire en los que los vientos débiles dificultan la ventilación a nivel del suelo, lo que permite que los contaminantes se acumulen”, indican.

“A medida que avanza el cambio climático, se prevé que aumente la frecuencia de estos eventos”. Además, “los períodos prolongados de condiciones secas y calurosas han provocado un aumento de la frecuencia y la gravedad de los incendios forestales en muchas regiones”. Por ello, destacan, “es factible abordar simultáneamente los objetivos de contaminación atmosférica y cambio climático”, recalcan los autores.

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