El glifosato ya llegó a los habitantes de CABA

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En los próximas semanas se dará a conocer con detalles los resultados del relevamiento humano biológico en la ciudad de Buenos Aires del Proyecto PIS (Pesticidas Introducidos Silenciosamente). El diario Tiempo Argentino adelantó información relevante del proyecto investigativo que relaciona a la Capital Federal con la problemática del glifosato y sus impactos en la salud humana.

Concretamente, dicha información tiene que ver con los resultados del Proyecto PIS sobre muestras de orina de 200 personas que viven en cuatro localidades impactadas por las fumigaciones con agrótoxicos a cielo abierto en las adyacencias de las plantas urbanas (Saladillo, Lobos y Mar Chiquita) o barrios (Barrio Nicole, La Matanza), a las que se sumó Capital Federal como grupo de control, al no estar atravesada por la actividad agroindustrial.

CABA fue el lugar donde se registró mayor positividad: 9 de las 39 muestras analizadas tenían restos del cuestionado herbicida. Es decir, el 23.08% de los casos.

“La evidencia es que claramente hay gente expuesta a pesticidas y que esos pesticidas se encuentran en sus cuerpos”, advierte Celeste Salinero, doctora en Ciencias Biológicas, quien colabora con el proyecto junto a Delia Aiassa, investigadora del Conicet y de la Universidad Nacional de Río Cuarto, experta en los daños provocados por agrotóxicos.

“Lo más común es que este tipo de contaminantes entren por inhalación. Los residuos que quedan en los alimentos son pocos. Pero una hipótesis podría ser por la alimentación: no tenemos estudios al respecto para atribuirle el glifosato encontrado en la orina al tipo de alimentación. También tendríamos que estudiar el agua de consumo, para ver si hay residuos. Sin dudas, la gran incógnita y el disparador que tenemos a partir de este estudio es saber qué está pasando en CABA”, alertó Salinero.

“El criterio de selección en CABA se centró en personas que tuvieran en su dieta alto contenido de verduras. Porque el vector de exposición –asumimos, no lo podemos afirmar– es por alimentos”, indicó Don Powa, director de Democracia en Red (y co–fundador de Amartya, asociación civil dedicada a la educación ambiental). La ONG trabaja a partir de datos e información para “generar instrumentos y ponerlos a disponibilidad para distintos actores sociales, y que sean ellos los que traten de modificar la realidad desde su territorio”.

De las verduras al agua de la canilla

“Estudiamos 28 agroquímicos pero solo encontramos glifosato y AMPA. Los demás tienen niveles de detección bastante difíciles y convendría hacer análisis de sangre, pero es más complicado”, especifica Powa. Las muestras de PIS se examinaron en el laboratorio marplatense Fares Taie, donde ya se vienen procesando datos sobre presencia de agrotóxicos en los cuerpos en el marco de distintos proyectos.

“Sospechaba que podía tener glifosato en el cuerpo porque hace dos o tres años cambié mi alimentación y consumo un 80% de frutas y verduras. Pero cuando me dio positivo, fue un golpe. Me generó bastante angustia. Fue como sentir que no puedo elegir qué comer, porque incluso cuando decido comer bien, en definitiva estoy incorporando contaminantes que quizás son peores que una dieta de ultraprocesados”, lamenta Paula Butera. Es abogada, vive en Palermo y fue una de las voluntarias de Proyecto PIS cuya muestra dio positivo para glifosato. “No sé aún qué significa. Sé que una consecuencia posible es la genotoxicidad y que haya un daño genético. Si el día de mañana quiero ser mamá no sé si puede traerme complicaciones”, plantea. Y remarca: “Soy población cien por ciento urbana, nunca estuve expuesta a la fumigación”.

Andrés Snitcofsky también sospechaba que el estudio podía darle positivo. “Suponía que todos tenemos. Confirmarlo me hizo preguntarme qué podría cambiar del circuito de donde obtengo mis alimentos (especialmente verduras) para lograr bajar esos valores”, relata.

Si bien no hay evidencia aún sobre el origen del glifosato en estos cuerpos porteños, él también lo atribuye a los alimentos: “Dado que soy abstemio y no vivo en zonas rurales o cercanas a plantaciones, asumo que el principal ingreso es por las verduras. Como soy celíaco tampoco consumo demasiados productos alimenticios industrializados, lo cual hace que sea más fácil establecer el origen, aunque no puedo confirmarlo”.

Gabriel Grieco, en cambio, pensó en otra posible vía de contaminación apenas supo que tenía glifosato en la orina: “Me sorprendió. Y lo primero que me puse a pensar es que muchas veces consumo agua de la canilla. Están fumigando cerca de Capital, te vas para el lado de Exaltación de la Cruz y es moneda corriente. Cuando empecé a pensar eso dije ‘por el agua se propaga mucho, voy a dejar de tomar agua de la canilla y hacerme otro análisis en algunos meses a ver si baja’. No tengo situación de exposición, vivo en Villa Ortúzar”.

“Empecé también a averiguar, ver a una toxicóloga, pero no hay mucho. Cuando uno le lleva estos análisis al clínico no saben qué decir. No se habla mucho de estas cosas”, advierte Grieco, cineasta y director de Respira, un thriller en un pueblo fumigado.

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