El avance de la crisis climática amenaza a la conservación de la Antártida. Esto pone su equilibrio ecológico en “un punto crítico”, según el biólogo marino argentino, Rodolfo Werner. La alarmante situación también atenta contra la existencia del krill, un pequeño del cual se alimentan toda las especies de la zona austral del planeta.
Es fundamental tomar conciencia a nivel mundial de la importancia de proteger la Antártida que, además de bella e inmensa, es el hogar de la pequeña especie que da vida a toda una fauna marina y está en peligro por la pesca industrial y el calentamiento global.
En este sentido, en 1982 aparece la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) que se ocupa de impulsar la creación de áreas marinas protegidas alrededor de la Antártica, para regular la pesca de krill antártico.
Según explicó Wagner, que participa activamente en la CCRVMA, el objetivo es reducir las zonas pesqueras actuales, hacer un monitoreo para detectar los impactos de la industria y que haya un mejor manejo de acuerdo a los indicadores. Esta acción no solo protege al krill, sino también a los pingüinos, ballenas, focas, peces y otras aves marinas que se alimentan del crustáceo y habitan la región helada del planeta.
La conservación de la Antártida en peligro
La Península Antártica se volvió “uno de los lugares más afectados por el calentamiento global en las últimas tres décadas”, señaló el biólogo argentino. Esto es un fenómeno paradojal, ya que la zona no produce agentes contaminantes de efecto invernadero.
“Esta región se ve altamente afectada”, indicó Wagner, debido a los masivos buques de pesca industrial y a la mano del hombre. El impacto ambiental en el continente blanco, se ve en la disminución del hielo marino y la desaparición de las algas unicelulares que crecen adheridas a él, y de las cuales se alimenta el krill.
Todo funciona en cadena, es decir que, “menos hielo, menos algas, menos krill”, lo que afecta la subsistencia de toda la fauna que habita la zona más austral del planeta, “especialmente pingüinos durante la época de nidificación”, según señaló el biólogo.
El futuro no se ve prometedor para el pequeño crustáceo, ya que, además de amenazar su hogar, la mano del hombre entre 2005 y 2020 pasó de extraer 100.000 toneladas de kril a más de 400.000 por año, según datos oficiales de la CCRVMA, arrasando con la especie clave en la dieta marina.