Un artículo del ecologista Jim Robbins afirma que la pérdida de superficies boscosas fue ‘provocando un incremento de las enfermedades humanas’.
El experto destaca que se ha acumulado un creciente caudal de evidencias científicas donde se demuestra que la destrucción de bosques tropicales crea condiciones óptimas para la expansión creciente de plagas de mosquitos portadores de nuevos males.
En este plano, tres meses atrás, el boletín Emerging Infections Diseases (Enfermedades Infecciosas Emergentes) comunicó que ‘otro virus trasmitido por mosquitos se desplaza hacia el norte desde el Amazonas: el mayaro’.
‘Aunque la atención actual se ha centrado en el virus del zika, el hallazgo de otro virus trasmitido por mosquitos que podría estar empezando a circular por el Caribe es preocupante’, afirmó el doctor Glenn Morris, director del Instituto de Patógenos Emergentes de la Universidad de Florida.
Otros investigadores han comentado en Haití que virus desconocidos y potencialmente dañinos podrían estar ‘esperando en la sombra’ y se los debería monitorear para manejar mejor futuros brotes.
Entretanto, en Borneo (isla compartida por Indonesia y Malasia y sometida a una fuerte deforestación para explotar el aceite de palma) se ha verificado un auge de la malaria, tanto en macacos como en seres humanos.
Robbins sostiene que los mosquitos no son los únicos portadores de agentes patógenos desde el plano salvaje a los humanos: caracoles, primates y murciélagos pueden trasmitir enfermedades.
Está comprobado que la deforestación crea condiciones para la proliferación de mosquitos, pues facilita la acción solar en las lagunas y la consiguiente alza de temperatura del agua y la proliferación de larvas.
Este fenómeno ha sido muy estudiado en la menguante selva peruana donde los casos de malaria saltaron de 600 por año a por lo menos 120 mil, tras el clareo de una foresta para construir una carretera.