La Amazonía en peligro: el llamado de tres ONG internacionales para evitar el colapso ecológico

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La Amazonía en peligro, representa una amenaza para la selva tropical y la cuenca fluvial más grande del mundo que solo en 2022 perdió 1,4 millones de hectáreas de bosque primario.

De esta manera alcanzó los niveles de deforestación más altos en 15 años.

Ante la Cumbre Presidencial Amazónica, que encabezarán Lula da Silva y Gustavo Petro, tres expertas realizaron un pedido.

Porque la Amazonía en peligro alberga el 10% de la biodiversidad global, habitan 47 millones de personas, de las cuales 2 millones pertenecen a pueblos originarios cuya supervivencia y bienestar dependen de la salud del escosistema.

Lamentablemente, en los últimos años, las políticas implementadas en Brasil y otros países amazónicos debilitaron los esfuerzos de entidades de control ambiental, favoreciendo la deforestación con la finalidad de ampliar la frontera agrícola y fomentar actividades extractivas.

A esto se le suma los incendios forestales, hace que la Amazonía y sus habitantes estén en un momento de inflexión ecológica irreversible.

La advertencia del Panel Científico para la Amazonía

El Panel Científico para la Amazonía lleva años advirtiendo que la Amazonía en peligro puede llegar a un punto de no retorno si se pierde más del 20% de sus bosques y biodiversidad.

Sin embargo, tan solo en 2022, la Amazonía brasileña perdió 1,4 millones de hectáreas de bosque primario que equivale a casi 3.000 campos de fútbol al día, alcanzando la deforestación más alta en 15 años.

Amazonía en peligro
Amazonía en peligro

Los científicos registraron que en 2020 la deforestación representó el 17% de toda la región y reporta que alrededor del 17% se encuentra degradado.

La situación es crítica para el ecosistema, las comunidades locales y pueblos indígenas de los ocho países que lo integran: Brasil, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y Perú.

Lo que ocurre en la Amazonía impacta a nivel global

Su degradación influye de manera determinante en la estabilidad ecológica, social y política de la región y el mundo.

Por ejemplo, el vapor de agua generado por el bosque alimenta las lluvias que riegan la agricultura de toda Sudamérica a través de los denominados “ríos voladores”.

Además, un deterioro que supere el punto de no retorno implicaría afectaciones a escala planetaria que minarían los esfuerzos para limitar el cambio climático.

Es en este contexto que, Lula da Silva y Gustavo Petro, dieron un impulso para avanzar en un plan de conservación ante la Amazonía en peligro.

La cumbre es la oportunidad para la toma de decisiones

La Cumbre Presidencial Amazónica, que se llevará a cabo los días 8 y 9 de agosto en Belém Do Pará, Brasil, representa una oportunidad crucial para mantener una Amazonía ecológicamente saludable.

Las propuestas deben proveer medios de vida sustentables y servicios ecosistémicos fundamentales para los pueblos locales, los países de la región y el mundo.

Estas medidas darían un marco de equidad social, desarrollo económico inclusivo y responsabilidad global, mediante políticas que permitan avanzar en la transición energética justa.

La Cumbre es también la coyuntura perfecta para que los líderes se comprometan con acciones y recursos para asegurar el desarrollo sostenible de la Amazonía.

También, deben impulsar un modelo económico que permita superar la dependencia de los combustibles fósiles y las actividades que generan degradación ambiental.

De esta manera, se realizaron esfuerzos para las necesidades de la Amazonia en espacios de alto nivel en el camino hacia la Cumbre Amazónica.

En particular, en la Cumbre entre la UE y la CELAC, Petro propuso desbloquear recursos para la conservación de la Amazonia mediante canjes de deuda.

En particular, ayudaría a evitar que la Amazonia pase de ser un exuberante bosque tropical a una sabana seca y degradada.

La Amazonía necesita una alianza regional de alto nivel y ambición por la naturaleza y el clima, desde y para América Latina.

Instamos a los gobiernos amazónicos a que se comprometan a trabajar en las siguientes metas para el año 2030:

1. Transición justa hacia cero emisiones netas: Avanzar en la implementación de políticas sostenibles y la promoción de energías renovables en la región.

Al eliminar gradualmente el gas, el carbón y el petróleo, se evita la devastación ambiental y se protege la biodiversidad que caracteriza a la Amazonía.

2. Cero deforestación: Para el año 2030 las cadenas de suministro de productos básicos deben alcanzar cero deforestación y conversión asociadas.

3. No más oro ilegal y uso de mercurio: Se debe eliminar la producción ilegal de oro, la deforestación, contaminación y erosión del suelo.

4. Conservar el 80% de la Amazonía: Para finales de 2030 fortaleciendo la seguridad territorial de los pueblos indígenas como una estrategia para la conservación.

5. Incentivar la bioeconomía: Los países amazónicos deben procurar un pacto regional que promueva una bioeconomía sostenible, incentivar programas y proyectos.

Así, la Cumbre representa una oportunidad para que los países amazónicos ejerzan el liderazgo para proteger este preciado ecosistema y garantizar medios de vida sostenibles.

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