El aire mata. Es la conclusión que emerge de un estudio reciente de la Agencia Europea de Medio Ambiente. Las cifras son dramáticas y controversiales. La muerte prematura de 467 mil europeos por motivos de contaminación atmosférica alertó sobre la coyuntura ecológica en una región abocada a la álgida agenda de tópicos socioambientales.
El informe anual de la AEMA, con sede en Copenhague, decretó que la contaminación del aire afecta la salud del 85% de los habitantes de las ciudades de Europa, de acuerdo a datos recogidos por estaciones de vigilancia ambiental.
La elevada exposición a partículas finas microscópicas (generadas principalmente por la combustión de carburantes fósiles) es considerada nociva por la Organización Mundial de la Salud. Esta clase de partículas pueden causar o agravar dolencias cardiovasculares, asma y cáncer de pulmón.
El estudio publicado registró información del 2013, un 1% más que las estadísticas reportadas en el año anterior. El total de decesos se repartió por los 41 países del continente: en los estados miembros de la Unión Europea el número de fallecidos se estima en 430 mil.
El análisis que se desprende culpa a la polución atmosférica como la primera causa medioambiental de muertes prematuras. La exposición a los dos principales contaminantes, el dióxido de nitrógeno y el ozono troposférico, provocó la pérdida de 17 mil vidas antes de tiempo, respectivamente.