‘La mayor parte de nuestro país está constituida por tierras secas en donde no se pueden realizar cultivos’, señaló Elena Abraham, directora del Iadiza -entidad que depende del Conicet-.
La desertificación abarca todas las tierras donde el clima se clasifica como seco, desde el hiperárido (que caracteriza a los desiertos extremos) hasta el subhúmedo seco.
‘Implica todos los procesos de degradación en tierras secas y se origina a raíz de una combinación entre las actividades de sobrecarga de los seres humanos y las severas condiciones ambientales, en particular, la variabilidad climática y la sequía’, detalló Abraham.
Según el Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación -que coordina la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación-, la erosión en Argentina avanza 650.000 hectáreas por año.
‘Esta situación continuaría avanzando, a menos de que se establezcan políticas de desarrollo productivo sustentable’, vaticinó Abraham.
Como medida para mitigar y combatir el proceso de desertificación, el Conicet acordó formar elObservatorio Nacional de la Degradación de Tierras y Desertificación que, en una primera etapa, resolvió fortalecer cinco sitios pilotos de monitoreo en Catamarca, Jujuy, Mendoza, Chubut y Río Negro; aunque la idea es expandirlo a otras regiones del país.
Este organismo tendrá como objetivo no sólo monitorear los cambios en el uso de la tierra y los aspectos socioeconómicos (en especial los relacionados con la producción, erosión del suelo y la disponibilidad de agua), sino también estudiar los cambios en la flora y fauna.