Gran parte de las ciudades no cuentan aún con una vigilancia permanente de la calidad del aire ni con mecanismos de gestión adecuada de la contaminación atmosférica.
Bogota, Colombia
Bogotá es uno de los líderes de América Latina en la reducción de la contaminación del aire. La ciudad está avanzando en la transición eléctrica de su red de autobuses públicos y se ha establecido el objetivo de ‘electrificar’ completamente el sistema de metro, como parte de un ambicioso plan para reducir en un 10% su contaminación del aire para 2024.
Actualmente, la ciudad cuenta con más de 1 millón de viajes diarios en bicicleta. Si bien gran parte de la contaminación de Bogotá proviene del transporte, los incendios forestales en las regiones y países vecinos también han aumentado el número de víctimas.
Varsovia, Polonia
El Gobierno de Polonia ha puesto en marcha el programa Breathe Warsaw, una asociación con Clean Air Fund y Bloomberg Philanthropies para mejorar la calidad del aire.
Polonia alberga 36 de las 50 ciudades más contaminadas de la Unión Europea, donde la contaminación del aire responsable de 47.500 muertes prematuras cada año.
La ciudad de Varsovia cuenta con 165 sensores de aire en toda la ciudad, la red más grande de Europa, y la iniciativa Breathe Warsaw los utilizará para desarrollar una base de datos de calidad del aire, lo que permitirá a los funcionarios comprender mejor las fuentes de contaminación.
Asimismo, la iniciativa proporcionará asistencia técnica para apoyar la eliminación gradual de la calefacción de carbón, establecerá una zona de bajas emisiones para 2024 y estrechará los vínculos entre los y las líderes locales para compartir las mejores prácticas.
Seúl, Corea del Sur
La ciudad prohibirá los automóviles diésel de todas las flotas del sector público y de transporte público para 2025.
Con 26 millones de personas viviendo en el Gran Seúl, no es de extrañar que la ciudad se enfrente a una crisis de calidad del aire. La exposición promedio de los coreanos a unas partículas tóxicas conocidas como MP2,5 es la más alta entre los Estados miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OECD).
Los niveles de MP2,5 en Seúl son aproximadamente el doble de lo evidenciado en ciudades importantes de otros países desarrollados.
Accra, Ghana
Accra fue la primera ciudad africana en unirse a la campaña BreatheLife y se le considera líder entre las ciudades del continente que comparten el objetivo de combatir la contaminación del aire.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 28.000 personas mueren prematuramente cada año como consecuencia de la contaminación atmosférica; en el caso de la capital de Ghana, sus niveles promedio de contaminación atmosférica son cinco veces superiores al máximo recomendado en las directrices de la OMS.
La ciudad de Accra ha iniciado una campaña para educar al público en general sobre los peligros para la salud que conllevan las cocinas tradicionales en el interior de los hogares a fin de disuadir a los locales de seguir quemando sus desechos como combustible.
Una colaboración entre la OMS y la Coalición Clima y Aire Limpio permite que se apoye una evaluación en toda la ciudad en materia de los beneficios para la salud de la transición a sistemas más sostenibles de transporte, desechos y energía doméstica.
Bangkok, Tailandia
La ciudad ha puesto en marcha una serie de iniciativas para hacer frente tanto a la contaminación del aire como a las emisiones de carbono.
Dado que el tráfico de Bangkok es uno de los peores del mundo, no es de extrañar que la ciudad viva su día a día a menudo bajo una capa visible de contaminación.
El proyecto Green Bangkok 2030, puesto en marcha en 2019, tiene como objetivos incrementar la proporción de espacios verdes en la ciudad a 10 metros cuadrados por persona, tener árboles que cubran el 30 por ciento del área total de la ciudad y garantizar que los senderos peatonales cumplan con los estándares internacionales. Durante la primera fase del proyecto se crearán 11 parques, así como un corredor verde de 15 km, todo con el objetivo de fomentar una menor dependencia del transporte privado, reduciendo así la contaminación.
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